Valeria sintió una risa amarga por dentro. Lo miró muy seria.—¿Quieres que te aplauda?—No es necesario. —Santiago sonrió apenas—. Solo quería probarte que por ti soy capaz de hacer lo que sea.—Ah, ¿sí? —Se burló Valeria—. Entonces, si ahora te digo que te tires al mar, ¿lo harías?Santiago se quedó pasmado. Pero enseguida pareció reírse con cansancio.—¿En serio?—En serio. —Valeria se rio con desprecio—. Estamos en mar abierto, si te lanzas te perdono. Si sobrevives, qué suerte tienes. Si te ahogas, te lo buscaste.—Valeria, no me puedo morir.Santiago la miró con toda seriedad.—Alguien todavía me necesita.—Claro, obvio que no te quieres morir, ¡tu Nicolás aún necesita que le hagas de papá perfecto!Valeria quitó el pie bruscamente y lo miró con frialdad.—Pero Santiago, he deseado un montón de veces que te mueras. Lo malo es que los canallas siempre son los que más viven. Sé que no te puedo ganar, así que espero que esta sea la última vez que me fastidies. Dices que te debo eta
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