Semua Bab Señor Rodríguez, la señora declara que ya no dará marcha atrás: Bab 551 - Bab 560

Un día, de repente, Arturo fue a buscar a Blanca y le dijo que ya se había liberado de los Rodríguez, que desde ese momento solo viviría para ella y su hijo.Blanca no quería aceptar, así que Arturo directamente se llevó a Leonel y usó al niño para amenazarla y obligarla a obedecerle.Blanca cedió por su hijo, mientras que Leonel fue enviado a un pueblo antiguo en el país, donde por casualidad conoció a Pedro. Gracias a su inteligencia natural, Pedro lo tomó como su último discípulo.Desde entonces, Arturo llevaba a Blanca de vuelta al país cada año nuevo lunar para reunirse con Leonel. Les decía a Leonel que ellos trabajaban en el extranjero, y el joven Leonel nunca sospechó nada.Hasta hace cinco años, cuando Leonel notó que su madre no se veía bien. Al tomarle el pulso quedó impactado al descubrir que algo andaba muy mal con su cuerpo.Los órganos internos de Blanca mostraban signos graves de deterioro, y su cuerpo claramente había estado bajo envenenamiento crónico por mucho tiempo

—Hablemos en mi auto —dijo Susana. —Como involucra algunos temas privados, Rafael tendrá que esperar afuera.Rafael se resignó.***Susana manejaba una Range Rover negra.Valeria abrió la puerta del copiloto y subió.Con la puerta cerrada, Susana encendió el aire acondicionado y ajustó la temperatura.Valeria observaba tranquilamente a Susana. Desde la ropa hasta el auto, todo era completamente diferente al estilo anterior de Susana.Pensó que esta debía ser la verdadera Susana.Susana levantó la vista y se encontró con la mirada de Valeria, viendo el escrutinio y análisis en sus ojos.Sonrió ligeramente, arqueando las cejas. —Por tu reacción, parece que estás sorprendida, pero al mismo tiempo tranquila.Valeria curvó ligeramente los labios. —Tania me dijo que sabías artes marciales.—¡Así que ya estaba expuesta! —Susana se encogió de hombros—. Parece que mis habilidades realmente han empeorado estos años. Ay, definitivamente ya es hora de retirarme.Valeria preguntó: —¿Entonces cuál e

—En aquel entonces en Kalahari, él te hizo irte primero con Noah mientras él se quedaba a negociar con Carlos. —Susana hizo una pausa y continuó: —Carlos odiaba a Santiago por la muerte de Adrián. Le exigió que se cortara un dedo. Santiago no dudó, se cortó el meñique de un tajo. Carlos tomó el dedo cortado frente a él y se lo dio de comer a los perros.Valeria frunció ligeramente las cejas.Con razón había un tiempo en que siempre usaba guantes negros.Susana agregó: —Después de que sanó la herida, mandó hacer una prótesis. La usa todos los días cuando sale, si no miras con cuidado no se nota. Te cuento esto para que sepas que Santiago realmente ama a estos dos niños.—Ya me di cuenta. —Valeria no negaba el amor de Santiago por los niños—. Tampoco hay muchos padres en el mundo que puedan dejarles tantos bienes a sus hijos.Susana exclamó: —¡No seas tan fría! Yo te estoy hablando de sentimientos y tú me hablas de cálculos de bienes.Valeria miró la hora y suspiró con resignación. —¿Pue

—No. —Valeria sonrió suavemente—. La verdad es buena persona.—¿Buena persona? —Rafael manejaba y le echó una mirada rápida—. Valeria, te sugiero que vayas al oftalmólogo.Valeria se rio con su comentario. —¿Por qué le tienes tanta mala onda?—¡Te maltrató!—Todo era actuación.—¿Actuación? —Rafael resopló con desdén—. Aunque sea actuación, ¡la detesto!—Rafael, no seas así. Es huérfana, y todo lo de antes fue una colaboración con Santiago.—Aun así... —Rafael recordó las escenas de ella siendo cariñosa con Erik y puso peor cara.Pero tenía educación.Aunque no aprobaba que Susana usara su cuerpo para completar misiones, tampoco iba a juzgarla tan fácilmente.Después de todo, ni siquiera eran amigos. Hablar mal a sus espaldas era de mala clase.***Al llegar a Villa Soneto, Daniel acababa de traer de vuelta a Noah y Paz, con Brisa también.Santiago ya había pagado el salario de Brisa por los próximos diez años, con contrato firmado de diez años.Brisa vio llegar a Valeria y Rafael, los

Emilio y Susana estaban parados al pie de la cama, turnándose para tratar de convencerlo sin cansarse.El hombre que siempre había sido arrogante y dominante ahora yacía ahí en silencio, esperando tranquilamente la llegada de la muerte.El sol del atardecer de principios de agosto entraba por la ventana, los rayos rojos iluminaban la cara del hombre, pero no lograban darle color a su piel pálida.Se escuchó un auto en el patio.Daniel había regresado.Luego se oyeron pasos apresurados acercándose.Pronto, la puerta del dormitorio se abrió de golpe.Daniel entró jadeando, abrazando el álbum que Valeria le había dado...—¡Señor Rodríguez, señor Rodríguez!Rara vez era tan impulsivo.El hombre que estaba a punto de quedarse dormido se despertó sobresaltado y levantó los párpados para mirar a Daniel parado junto a la cama.El hombre arrugó ligeramente la frente, una reacción instintiva al empeoramiento de su malestar.Daniel tenía los ojos muy rojos y le extendió el álbum. —Señor Rodríguez