—Disculpa…Ella se disculpó y de repente recordó quién era el hombre a su lado… No se atrevió a levantar la vista, solo se apartó un poco de él, con el ceño fruncido.Sabía que quien la había tirado era, probablemente, César, pero no entendió por qué este lo había hecho. Bueno, de todos modos, ya no le interesaba la razón, tampoco quería dejar espacio para ilusiones indebidas en su mente. No quería creer tan sencillamente que él todavía sentía algo por ella…Al llegar al último piso, todos salieron del ascensor. Celia evitó mirar a César y siguió los pasos de Alfredo.En el gran salón del banquete, todos los asientos ya estaban asignados. Ella se sentó justo al lado de Alfredo, mientras el asiento de Sira estaba junto al de César.Aunque él no era del campo médico, podía asistir a la conferencia porque había donado muchos equipos médicos a la clínica. Siempre que quisiera, los grandes hombres, tanto del círculo académico como del médico, le enviarían cartas de invitación.Sira se dio l
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