—¿Estás loca?—Tú eres el más loco. —Celia rio con desenfado—. Quieres encerrarme, ¿no? Te estoy obedeciendo.Cuando su mano la cubrió, los músculos de César se tensionaron. Ella temblaba cada vez más fuerte, mientras él, de su inicial indiferencia, pasó a controlar sus manos, inmovilizándolas contra su pecho.—No hagas más berrinches, ¿de acuerdo? —murmuró entre dientes, aguantando.Celia respondió sin fuerzas:—Fuiste tú quien me encerró, ignorando la verdad. Me trataste como un animal, dejándome desnuda. ¿Y dices que estoy haciendo berrinches?El pecho de él se agitaba violentamente. Al final, la soltó.—Pediré que preparen más comida. —Su voz se escuchó ronca.Celia desvió la cara, sin responder ni mirarlo. Tras irse, él no miró a la habitación. Nicole le trajo un tazón de sopa, suplicándole que la tomara. Ella mantenía los ojos cerrados, sin moverse. Sin otra opción, Nicole dejó la sopa en la mesa, persuadiéndola con sinceridad.—Señora, el jefe solo quiere ver su sumisión. Sea re
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