—Eso no es asunto tuyo. ¡Solo yo puedo ser la hija de la familia Rojas!Dicho esto, Celiana colgó la llamada sin dar mayor importancia a las palabras de Sira. ¡El resultado de las pruebas confirmó que era una Rojas legítima! ¿Por qué debería importarle a quién se parecía esa mujer?Sira, al ver que Celiana era incluso más engreída que ella, soltó una risa de exasperación."Qué idiota tan descerebrada", pensó ella.Antes, ella había convencido a Celiana para que suplantara a Celia como la "salvadora" de César. No obstante, más tarde, esta última se proclamó heredera de los Rojas. Desde entonces, Sira no pudo evitar albergar sospechas. ¿Por qué había tanta coincidencia?Pero, mientras no fuera Celia, que esta estúpida fuera la heredera de los Rojas no le traía ningún problema. Estaba segura de que Celiana acabaría volviendo a buscarla.***Al día siguiente, Celia, sentada en el sofá de la sala de espera de un bufete de abogados, vio cómo su abogado entraba con su maletín.—Señora Herrera
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