Celia retiró la mirada sin inmutarse y le respondió con calma:—Voy a bajar.Yolanda miró a César y, al ver que permanecía en silencio, no insistió. Mientras las puertas del ascensor se cerraban, Celia no levantó la cabeza, evitando la mirada de César. Permaneció frente al ascensor durante algunos segundos, hasta que la voz de Ana la sacó de sus pensamientos.—¡Celia!Celia volvió bruscamente en sí.—¿Sí?—Estrella... Ah, digo, Luna, ¿sabes por qué no ha vuelto? Lleva tres días sin responder mensajes ni llamadas. He estado en su apartamento, pero tampoco estaba allá —explicó Ana muy preocupada—. Ella mencionó que su familia la estaba presionando para casarse. ¿Puede que…?Celia de repente recordó que, efectivamente, hacía días que no veía a Luna. Pensando, marcó el número de Luna, pero estaba apagado. Ana palideció ligeramente.—¿Le habrá pasado algo malo?—No creo que su familia la encerrara… —Celia se tornó seria, sin poder asegurarlo—. Iré a la casa de sus padres por la tarde.***M
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