—¡Perfecto! Con esa promesa, me quedo tranquilo.Al oír esto, Manolo retiró el pie que tenía encima de Daniel antes de continuar.—Pero hoy tengo que ver el dinero. Si no, no me culpen por ser cruel.—Claro, claro…La mujer primero levantó a su esposo maltrecho y luego se inclinó con humildad.—¡Haré lo que sea para conseguir el dinero hoy! —prometió.Tomó apresurada el celular de Daniel y, con la mano temblorosa, marcó el número de Sía. Poco después, Sía respondió.—Dime.—Necesitamos treinta mil, ahora mismo.—Señora Rivas, ya quedamos en un precio, ¿no? ¿Te das cuenta de que estás pidiendo un ojo de la cara?La mujer apretó los dientes.—Hicimos lo que nos pediste, ¿y qué pasó? ¡La señora Gómez ya se enteró de lo que hiciste! ¡Y ni siquiera te delatamos! Escucha, quiero ver el dinero enseguida. Si no, si nos pasa algo malo, ¡tú tampoco te salvas!Sía iba a decir algo más, pero la señora Rivas colgó. Más que la amenaza, le preocupaba que Adela pudiera rastrearla hasta ella, después d
Read More