Semua Bab Después del divorcio, la familia de mi esposa CEO entraron en pánico.: Bab 71 - Bab 80

El anuncio de emergencia sonó por todo el hospital. Hugo y Brayan se miraron entre ellosy sin decir nada, dejaron los cubiertos y corrieron hacia el quirófano.No esperaban que la emergencia fuera una niña.Pero… ¿Por qué se les hacía tan familiar?Cuando se acercaron, vieron a la niña inconsciente, con la pierna llena de sangre… ¡Era Sofía!¿Era la hija de Jesús García?Pero si quien la había traído era una mujer…—¡Accidente de tráfico! ¡Llévenla a rayos enseguida! —gritó alguien mientras un grupo de médicos empujaba la camilla hacia la sala de imágenes. El resto ya había identificado el foco de sangrado.La mujer que había traído a la niña seguía en la puerta. Una enfermera salió para preguntarle:—¿Tiene antecedentes de alergias?La mujer parecía muy nerviosa, miraba a su alrededor como si temiera encontrarse con alguien. Al oír la pregunta de la enfermera, se quedó quieta y luego negó con la cabeza:—No… Ella nació y se crió en el extranjero. Este año acaba de regresar, no tiene

Eso ya había pasado mucho tiempo, pero Eva seguía sintiendo un escalofrío al recordarlo. Si no hubiera cambiado su vuelo, ¿acaso Hugo ya estaría muerto?Y si alguien hubiera forzado la puerta, tal vez ni siquiera habría podido ver el cadáver.Después, Eva le preguntó directamente a Hugo si había tomado somníferos. Hugo respondió que nunca tomaba medicación a la ligera. En casa solo había un frasco de somníferos, y era de Eva. Él nunca lo había tocado.Eso significaba que alguien había manipulado el vaso de Hugo, justo antes de que él regresara a casa.Y esa persona… sabía la contraseña de la casa.Ha pensado una y otra vez, aparte de su madre y Liliana, solo quedaba una persona más: ¡Jesús García!En ese momento, Eva todavía no sospechaba tanto de Jesús. Ni siquiera podía creerlo.Pero a medida que la investigación avanzaba, la verdad comenzó a salir a la luz, la vida de Jesús en el extranjero estaba muy lejos de ser miserable, como él decía.Después de casarse con Alba Rodríguez, se e

Hugo no lograba entender el motivo. Y como aún no era el momento de contarle todo, decidió no preguntar.La operación de Sofía terminó pronto. El médico salió a informar que todo había salido bien, aunque la niña debía quedarse en observación y reposar unos días para recuperarse.—Cuando la niña se despierte, sentirá dolor y llorará, es normal. Pero hay que controlarlo. Si le duele, puede ponerse analgésicos. Llorar demasiado no ayuda, así que vigilen bien —dijo el viejo cirujano, que no conocía ni a la inversora ni a Eva González. Habló brevemente y se marchó. Pero las enfermeras sí que reconocieron a Eva, y la miraban como diversión.—Liliana, pida a un cuidador para que se encargue de Sofía y trasládela a una habitación privada —ordenó Eva con calma.—Entendido.Sofía aún dormía, no era momento para hablar ciertas cosas delante de la niña. Aprovechando que Jesús aún no había llegado, Eva y Alba se sentaron en la cafetería del hospital.—¿Qué quieres saber? —preguntó Alba directamen

Mientras él fingía estar preocupado, Eva tampoco se quedó de brazos cruzados. Primero dio instrucciones al cuidador sobre cómo atender a la niña y luego explicó varios puntos importantes a tener en cuenta, y cuando Jesús entró y escuchó todo.—Eva, de verdad te lo agradezco. La enfermera dijo que si no hubieras llegado a tiempo para firmar los papeles, podría haber sido peligroso para la niña. —Jesús adoptó un tono débil e indefenso—. ¿Te retrasé tus asuntos? Con que yo me quede aquí basta. Puedes volver.Eva terminó de hablar con el cuidador y recién entonces se giró hacia Jesús.—No te preocupes. Si a la niña le pasa algo, no puedo ignorarlo. Quédate tranquilo.Así se quedó hasta la noche. Jesús la acompañó hasta la salida. De reojo, vio una silueta familiar cerca. En realidad, quería que Eva se quedara un poco más. Sofía aún no despertaba, y si al despertar empezara a llorar, Eva sin duda optaría por quedarse con la niña.Pero esa persona había venido, y no podía permitir que Eva l

Según el carácter de Jesús, al volver al país seguramente no querría que nadie se interpusiera en su camino. Puede que incluso se atreviera a hacerle algo a la señora González.De pronto, Hugo tomó el móvil y salió corriendo.—¡Eh, ¿a dónde vas?!—¡A casa!Alejandro y Ana se miraron el uno al otro, ambos con cierta impotencia.—¿Para qué le contaste todo eso? —suspiró Alejandro mientras servía más comida en el plato de Ana—. Eva no quería contarle todo esto.Ana probó dos bocados de ensalada y ya estaba llena, apoyó la barbilla en una mano y miró hacia la puerta, dijo.—Siempre he pensado que Hugo es un hombre muy bueno, lo único que Eva se me adelantó. Pero ya que se lo llevó, que lo cuide bien.¡Pff! Alejandro escupió el agua que acababa de beber, mirando a su hermana con sorpresa.—Tú… ¿Estás enamorada de Hugo?Ana puso los ojos en blanco, no sabía si su hermano era listo o tonto. Cuando eran vecinos, ella siempre buscaba excusas para ir a casa de Hugo. ¿De verdad pensaba que era po