Joaquín se sintió todavía más inseguro.Fabio le tendió la mano y se presentó.—Hola, soy Fabio, el asistente del señor Vargas.Joaquín reaccionó como si despertara de un sueño y les estrechó la mano a ambos, con una expresión de entusiasmo.—Mucho gusto, mucho gusto, soy Joaquín, socio de la empresa de videojuegos Dimensiones Infinitas.Carlos también se levantó y le extendió la mano.Joaquín, rápido y nervioso, la apretó con firmeza.—Un honor, señor Vargas.—No estés tenso —dijo él, con voz tranquila.A sus treinta años, Carlos ya era un hombre experimentado y apreciaba la vibra fresca de los emprendedores jóvenes. Sin embargo, no pudo evitar sentir cierta decepción, ya que esperaba conocer al hermano de Sofía, Sebastián.Cuando oyó sus palabras, Joaquín sintió que se calmaba un poco, aunque seguía sin atreverse a bajar la guardia.Entonces, Fabio le entregó un expediente.Cuando lo abrió, Joaquín quedó paralizado: era un informe muy detallado, un estudio completo sobre su empresa.
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