—Eres un tacaño —dijo Camilo.La verdad es que estaba bromeando. No estaba para nada enojado, y mucho menos iba a llevarse la comida a su casa, pero miró el plato y sacó su teléfono para tomarle una foto, anotando mentalmente la marca de la cerámica.Sofía ya había movido su silla.—Siéntate con nosotros.Alejandro, como si nada, se sentó junto a Sofía.Normalmente, Camilo hubiera preferido sentarse a su lado, pero hoy eligió sentarse frente a Alejandro.La mesa era redonda, de estilo retro, un mueble de segunda mano.Aunque eran cinco personas, quedaban dos asientos vacíos para Carmen. Sin embargo, no importaba cuál eligiera, siempre terminaría sentada cerca de Camilo.Nadie estaba contento con eso.Carmen miró de reojo a Camilo, que siempre hacía cosas para molestar, pero era cierto que tenía una cara atractiva. A la luz de las velas, se veía tan refinado; si tan solo cerrara la boca, su encanto se duplicaría.Aunque, claro, no era del mismo tipo que Alejandro, que era serio y digno
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