Pero en ese instante, Alejandro lo único que quería era besarla.El beso arrancó con fuerza, luego se volvió suave y después otra vez se puso intenso, casi desesperado.Sofía se quedó sin aire, con la mente vacía.La rodilla todavía le dolía, así que no podía moverse mucho. Solo dejó que Alejandro hiciera lo que quisiera.Aun así, una parte de ella temía que ese beso se desbordara, que él perdiera el control.Algunas experiencias pasadas dejaron en Sofía una resistencia instintiva a la intimidad.Casi sin pensarlo lo empujó suavemente.Alejandro se detuvo enseguida.Siempre fue respetuoso con ella, y justo eso la hacía sentirse tan segura a su lado.Llevaba años con una contención admirable.A pesar de su físico, de esa energía masculina inevitable en él, nunca tuvo una mujer tan cerca.Ni rumores, ni aventuras, ni excesos.Incluso esa vez en San Rafael, cuando lo drogaron, logró mantener el control.Si no era por falta de interés, era por convicción.Eso tranquilizó a Sofía más de lo
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