Alejandro era conocido por su serenidad imperturbable. Siempre serio, de pocas palabras, con una elegancia distante que imponía respeto. Jamás se le vio perder el control.Pero en ese momento le costaba respirar.Corrió.Ni siquiera esperó a sus guardaespaldas.Solo quería encontrar a Sofía.Ella lo vio aparecer frente a la puerta y por un momento quedó muda.Abrió la boca, pero ningún sonido salió.Alejandro se detuvo en seco. La vio: la cara pálida, las manos temblorosas, la rodilla ensangrentada.Su expresión no cambió... pero, de repente, se lanzó contra Diego.Este último no esperaba que llegara tan rápido.Cuando iba a sacar a Sofía del lugar, lo sorprendió de frente.Y aun así, no pareció alterarse.Al contrario: un destello cínico cruzó por sus ojos, como si estuviera esperando aquel encuentro.Sin embargo, lo que más lo irritó fue notar un temblor sutil en la mirada de Alejandro: la urgencia, la rabia que estaba conteniendo, el miedo."Ridículo", pensó.Ese hombre que nunca se
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