Sofía siguió al grupo que iba al frente con Javier, sin percatarse de que a pocos metros una camioneta oscura los vigilaba con discreción. Dentro del vehículo, Diego se quedó callado; su cara oculta en las sombras, tenso pero sin mostrar emoción, como una tormenta a punto de estallar detrás de sus ojos.***Después de irse de la zona de fiestas, Javier los llevó a un bar privado de aire retro, elegante pero sin muchas pretensiones. Era un sitio de acceso exclusivo, solo para invitados, con un ambiente refinado pero tranquilo donde se podía conversar sin levantar la voz. Ahí Javier se movía con total naturalidad. En la reunión en el yate, Sofía ya vio su habilidad para moverse entre distintos círculos sociales, así que cuando llegaron nuevos invitados, no se sorprendió mucho. Javier no presentó de forma directa a su amigo Thiago Hester, sino que los incluyó a todos en una misma charla. La idea era clara: que la conversación fluyera y, si había química, el acercamiento surgiera solo.
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