—¿Pagar? —Julieta se rio. Todavía tenía el cuerpo débil por los efectos de la droga.Aunque escuchar eso le resultaba absurdo, después de haber sido humillada de la peor manera por Tomás y Emilia, se sentía completamente abandonada.Cinco largos años de relación… Tomás era más bajo de lo que ella jamás hubiera imaginado. Era un hombre sin escrúpulos, sin límites.Su plan era cruel, casarse con Emilia primero, para convertir a Julieta en "la amante".Sentía que el corazón se le rompía en mil pedazos.Los guardaespaldas eran fuertes; por más que se resistía, no podía librarse. Solo pudo dejarse arrastrar sin refutar.No muy lejos de allí, James miró hacia su jefe.—Jefe, ¿quiere que vayamos a ayudar a la señorita?En tan solo diez minutos, ya habían investigado toda la información personal de Julieta.Cuando lo supo todo, el jefe se veía furioso.El hombre permanecía silencioso en las sombras; su cara elegante parecía aún más imponente. Su voz, grave y rasposa, resonó:—Esperemos un poco
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