Se dio la vuelta y vio a Tomás junto a Emilia, la que le había hablado.Julieta contestó, molesta:—Emilia, ¿por qué no podría estar aquí?Ella la miró despectiva de arriba abajo, llena de resentimiento. Julieta llevaba puesto un conjunto rosa claro, una blusa blanca de gasa. Su cabello suelto le caía con delicadeza sobre los hombros. Se veía profesional, segura, y eso solo hacía que Emilia sintiera aún más celos.—Julieta, ¿por qué no te rindes? Tomás ya está casado conmigo, ¿por qué sigues detrás de él?Su voz sonaba triste, pero cualquiera podía notar que era fingida.Julieta le dirigió una mirada de sorpresa.—Vine aquí a trabajar. Eso no tiene nada que ver contigo. Además, ¿cuándo me has visto detrás de Tomás? Ya están casados, pues vivan tranquilos y dejen de aparecerse siempre donde yo estoy. La verdad, Tomás no es tan guapo ni tan especial como para que yo lo persiga como loca. No tiene nada que me interese en lo absoluto. Si te gusta él, deberías agradecerme por habértelo dej
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