—¿Qué pasó?—Lo del hijo de María y tu relación con Gabriel...Mariano también pensaba en ella.—La gente está hablando muy feo, me preocupa que si vienes te afecte el ánimo. Mejor descansa un poco, hasta que se aclare todo.Keyla no esperaba que fuera por eso. Salió como siempre y presionó el botón del ascensor.—Mariano, si no voy, parecería que soy culpable. Además, ya publiqué las consultas de hoy. Si no voy, ¿vas a atender a mis pacientes?—Tienes razón.Él se sintió abrumado.—Tus pacientes, un montón de casos difíciles, no estoy seguro de poder...—Exacto, no puedo dejar plantados a mis pacientes.Ella sonrió.—Lo que digan los demás es asunto de ellos. Yo no hice nada, quien nada teme, nada debe.Mariano al escucharla reír se tranquilizó un poco.—¿Piensas así?—¿Qué más podría pensar?Keyla suspiró. Desde muy pequeña había aprendido a no dejar que los errores de otros la afectaran. De lo contrario, cada vez que Mercedes la castigara, tendría que colapsar, ¿para qué? Si una per
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