La mirada de la enfermera hacia ella también se volvió algo compleja; pero, aun así asintió.Entonces, alguien sugirió:—María, tal vez deberías dejar que Keyla examine al niño...—¿Debería?María tenía los ojos inyectados en sangre.—Ella lastimó a mi hijo, ¿quién sabe si, con la excusa de atenderlo, no hará algo más...?Keyla dijo:—Llamen una ambulancia.Dicho esto, se fue con la cara fría. Tomó su bolso de la oficina y, al salir, pasó por la estación de enfermeras, donde escuchó a varias personas conversando.—¿Será verdad que Keyla le hizo eso a ese niño...?—Quién sabe. Se me puso la piel de gallina. Si fue Keyla quien lo hizo, ya no me atrevería a trabajar con ella...—Y, además, hace dos días en el restaurante, ¿recuerdan? Ella y el señor Torres llegaron juntos, y con lo que dijo el niño esta mañana, probablemente sea la tercera en discordia.—¡Imposible!Silvia, la enfermera más cercana a Keyla, no pudo aguantar más.—¡No es esa clase de persona, pueden dejar de hablar a sus e
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