Octavio estaba sentado en el sofá, era pequeño, pero muy suave.Sobre él había una manta beige.La sala no era grande, pero tenía algo que la hacía bastante acogedora.En la mesa, había un jarrón transparente con flores frescas.En la ventana, varias macetas con lindas plantas.El televisor no era tan grande, aún era de los antiguos, y sobre la mesa había varios stickers de los que les gustan a las niñas.El aire estaba impregnado con un aroma fresco y cómodo.La mesa estaba un poco desordenada, con los libros de la niña, un dibujo y los colores. Isidora había llegado a casa y se había sentado corriendo en la mesa a dibujar, muy concentrada.Octavio la observaba con detenimiento. Isidora levantó la cabeza.—Señor Villalba, ¿quieres una fruta?Octavio pensó en decir que no comía fruta, pero al final aceptó. Isidora se levantó rápido, corrió hacia la nevera. Se veía tan adorable.Aitana abrió la nevera, y se la dio a la niña para que se la llevara.Octavio recibió con agrado la manzana
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