Sebastián jadeaba, con los ojos enrojecidos y la respiración agitada. —¡Soy su padre! Les di la vida, les he criado. Ahora que tengo problemas, ¡deben ayudarme! Ahora mismo, llamen a Valeria. Solo con que aparezca, bastará. No necesito que haga nada más.Santiago, replicó molesto:—¡Pues que vaya esa mujer a que lo explique!—¡Tú! —La mano de Sebastián se alzó por instinto.Sofía se colocó inmediatamente delante de Santiago, protegiéndolo. Aunque estaba asustada, se mantuvo firme.—¡Señor! —Raúl, el mayordomo, se acercó de inmediato.—Tú... —Sebastián lo miró—. Llama a Valeria. Dile que los niños están enfermos y la necesitan.Raúl frunció el ceño.¿Cómo podría hacer algo así?Mientras, Sofía se escabulló al baño y, con su reloj inteligente, envió un mensaje de voz a la cuenta de WhatsApp de su madre.Agachada junto al inodoro, susurró: —Mamá, si alguien te dice que Santiago y yo estamos enfermos y te necesitamos, ¡no le creas! ¡Es papá mintiendo!Envió el mensaje y salió.Raúl no tu
Leer más