Su cuerpo se tensó visiblemente. Con las manos apoyadas con resignación en la cama, miró hacia abajo a Valeria, quien no lo soltaba.Valeria, con los ojos cerrados, tenía la cara pegada a su pecho.Eduardo, sin opción, no tuvo más que volver a levantarla y sentarse él.Valeria terminó sentada sobre sus piernas y, medio ida, se acercó aún más, rozándolo sin darse cuenta.Eduardo frunció el ceño. —Tú…—Mamá… Lo siento… —las lágrimas de Valeria cayeron sobre su camisa, calentando una pequeña zona.Eduardo de repente soltó una risa. —¿Por qué me pides disculpas?—Los decepcioné a ti y a papá… les hice pasar vergüenza por mi culpa… —cuanto más hablaba Valeria, más lágrimas brotaban.Eduardo, sosteniéndola con una mano, estiró la otra para tomar servilletas de la mesita de noche. Como consolando a un bebé, le secó las lágrimas.—Ya... basta. Te perdono.Valeria respiró hondo, aún con los ojos cerrados, como en un estado entre dormido y despierto. —¿En… serio?—Sí.La voz de Valeria era qu
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