Ivanna me lanzó el traje nuevo, fastidiada.—Ay, ya qué. Para mi mala suerte te escogí a ti, qué irresponsable. Anda, ve a cambiarte. Yo me pongo tu ropa.—Yo…Antes de que pudiera decir algo, me interrumpió con impaciencia.—¡Apúrate! Ya no hay tiempo, se nos va a hacer tarde.Miré a Diego Soler, pero él solo dijo:—Ve a cambiarte.Tomé el traje y entré en la habitación de al lado. Al cerrar la puerta, supe que ella me había jugado una mala pasada a propósito, pero ya me las pagaría. Su talla era una más grande que la mía, así que el traje nuevo me quedaba enorme.Cuando salió con mi ropa, la blusa le quedaba demasiado ajustada, sobre todo en el pecho, por lo que tuvo que desabrocharse los botones de arriba y llevarla abierta.—Señor Soler, ya podemos irnos —dijo mientras tomaba su bolso. Luego, me ordenó—: Manda mi ropa a la tintorería.Bajo la mirada de Diego, me agaché para guardar sus prendas en la bolsa de la tienda.—Si no necesitan nada más, ya me voy.Diego se levantó del sofá
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