La mansión de los Reyes estaba encendida de arriba a abajo.En la larga mesa de caoba, los platillos lucían impecables, cada uno firmado por chefs con estrella Michelin.Aun así, el ambiente era más frío que un frente del norte.Era la cena familiar de cada mes.Desde el numerito en el Estudio Selena Solís, la relación entre Elena y Adrián se había congelado del todo. No intercambiaron una sola palabra en toda la velada.Elena, en su papel de anfitriona, cortaba la carne con una elegancia estudiada.Adrián, con el rostro severo, se recargaba en el respaldo; los dedos largos tamborileaban sin ritmo sobre el mantel, y en la mirada se le leían, sin disfraz, el fastidio y la impaciencia.En su plato, el filete casi intacto: apenas una pieza cortada a modo de gesto.Su sola presencia irradiaba un “no te acerques”.A su lado, Clarisa contenía hasta la respiración.Esa noche había elegido el vestido blanco más sobrio, armándose la imagen de una flor pequeña y sin malicia.Ni así logró escapar
Read more