Para celebrar el renacer de Selena, Amaya reservó toda la terraza de Cima Nube Bar, un lounge exclusivo para socios en Ciudad Marazul.Selena se puso el outfit que Amaya había elegido para ella: un vestido negro largo de tirantes, minimalista, que hacía su piel aún más luminosa; las clavículas, finas, parecían una pieza de arte.—Ven, Seli, tómate esta —alzó Amaya su copa, con una sonrisa franca que le iluminaba la cara—. Brindo por la Selena que no quiso ver. Desde hoy, vives para ti.Selena la miró y, por fin, una sonrisa tenue le tocó el fondo de los ojos. Alzó su copa, la chocó con un tin claro y dijo en voz baja:—Brindo por mí.El trago dejó fruta con un puntito amargo y el calorcito justo del alcohol. Contagiada por su amiga, se fue soltando; bebió un par de copas. Las mejillas se le tiñeron de rosa y, en la mirada, el vacío dio paso a un brillo distraído, húmedo.Se puso de pie rumbo al baño.Los sanitarios quedaban al final del pasillo, detrás de una galería tranquila.A mitad
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