Sin embargo, Camila buscó entre todas las mesas, pero no encontró su nombre por ninguna parte.Para entonces, todos los invitados ya estaban sentados; de pie a un lado del salón, ella se convirtió en el centro de todas las miradas.El gerente encargado del servicio, intentando ser amable, se acercó.—Señorita Rivas, la cena está por comenzar. Le rogamos que tome asiento cuanto antes.—De acuerdo.Camila vio una mesa con un solo asiento vacío, justo en el lugar de honor, y se dirigió hacia allí.—Disculpa, ese sitio no está disponible.Una voz femenina la detuvo justo cuando estaba por sentarse.Al levantar la vista, vio a su enemiga más recurrente: Isabela Herrera.Esta sonreía con falsa cortesía, mientras las jóvenes que la rodeaban bajaban la cabeza para reírse entre ellas.—No encontré mi lugar. Esta mesa no tiene nombre, ¿verdad? —preguntó Camila con calma.Miró con atención: el asiento vacío no tenía tarjeta de nombre.—Es un asiento reservado, para invitados de alto nivel que qui
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