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Capítulo 2

Penulis: Remolachita
Antes de que pudiera terminar de hablar, Julián se inclinó, agarró de golpe la sopa nutritiva que estaba en el suelo junto con los fragmentos de porcelana rotos y me los metió en la boca.

—¡Durante estos tres años, Lucía y yo hemos pasado hambre y frío fuera de casa, y tú te aprovechas de que llevas un bastardo en tu vientre para comer y beber gratis en la familia Gutiérrez! —gruñó Julián con rabia—. ¡Hoy mismo te voy a hacer comer hasta hartarte!

La porcelana cortó el interior de mi boca, la sangre brotaba y me ahogué intentando hablar. Levanté la mano para defenderme, pero Lucía apoyó con fuerza su tacón sobre eldorso de mi mano, haciéndome temblar de dolor sin poder gritar.

Julián siguió metiéndome toda la sopa en la boca. Luego escupió encima, y después se levantó de un golpe seco.

Lucía llevó su tacón puntiagudo directo sobre mi vientre. Un terror absoluto me recorrió el cuerpo. Mis manos agarraron sus tobillos con fuerza, intentando impedir que me aplastara.

Esteban es infértil de nacimiento. Este hijo fue concebido después de años de buscar ayuda de los mejores médicos nacionales e internacionales, y costó mucho lograrlo.

Lucía sonrió con sorna:

—Isabela, con esa cara y ese comportamiento pareces una perra defendiendo a su cachorro. ¡Qué fea imagen!

Julián frunció el ceño mirando mi vientre:

—Si se llega a saber que me han puesto los cuernos y no puedo ni manejar algo así, ¿cómo voy a seguir en la capital? ¡Lucía, aplasta a ese bastardo que lleva en su vientre!

Sacudí la cabeza desesperadamente, escupiendo los restos de porcelana y sangre:

—El niño que llevo… es de Esteban…

Julián se quedó atónito, y luego estalló en una risa maníaca:

—¡Isabela, mientes sin pensar siquiera! Toda la capital sabe que mi tío no se interesa por las mujeres y además es estéril de nacimiento.

—Ahora toda la familia Gutiérrez depende de mi línea directa, de lo contrario, ¿por qué el abuelo se habría apresurado tanto en casarme contigo y asegurar la descendencia del apellido?

Lucía añadió con burla:

—Julián es el único heredero de los Gutiérrez, y el abuelo incluso le canceló la tarjeta para obligarlo a regresar y heredar todo.

—¡Zorra! —exclamó Lucía con desprecio—. Después de que te desenmascaramos, todavía te atreves a engañar a mi tío.

Recordando cómo Julián y Lucía habían huido sin dar ni una llamada, comprendí que el abuelo estaba profundamente decepcionado. No obstante, viendo su irracionalidad evidente, decidí no provocar más.

Dije con firmeza:

—No estoy mintiendo. El niño que llevo en mi vientre es realmente de Esteban.

—Si no me creéis, puedo llamar a Esteban para que lo confirme —añadí, protegiendo mi vientre con una mano y alcanzando el teléfono que estaba sobre la mesa con la otra.

Si lograba contactar a Esteban, tanto mi hijo como yo podríamos salvarnos y él vendría corriendo lo más rápido posible.

Pero en cuanto lo toqué, Julián me lo arrebató de golpe y lo lanzó con furia al suelo.

Al ver la pantalla hecha añicos, mi corazón se hundió de inmediato.

Julián me sujetó por la barbilla y masculló con rabia:

—Mi tío tiene un carácter tan volátil que nadie en la ciudad se atreve a mirarlo a los ojos.

—Si se entera de que me han puesto los cuernos y que no puedo ni manejar un asunto así, pensará que soy inútil y no me dejará heredar la empresa.

—Isabela, ese es el motivo por el que querías llamar a mi tío, ¿verdad?

Negué con la cabeza con todas mis fuerzas:

—No… el niño que llevo…

Antes de que pudiera terminar, Lucía apoyó con fuerza la punta de su tacón sobre mi vientre. El dolor me cortó la respiración y sentí cómo mi hijo se movía frenéticamente dentro de mí. Un terror absoluto me invadió.

—¡Por favor! —supliqué, mirando sus rostros—. Dejad a mi hijo en paz…

Lucía sacó su teléfono y me apuntó con frialdad:

—Ahora te arrodillas y ladras como un perro. Vas a decir que eres una zorra sinvergüenza, y entonces dejaré vivir a ese bastardo que llevas dentro. ¿Entiendes?
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