LOGINCuando mi esposo me amenazó por centésima vez con el divorcio para que me sacrificara por mi hermana, Yoli Santos, no lloré ni hice escándalo. Simplemente firmé el acuerdo de divorcio, y le entregué en bandeja al hombre que había amado durante diez años. Días después, Yoli metió la pata en una fiesta y ofendió a una familia poderosa. Una vez más, fui yo quien cargó con la culpa por ella y asumí todas las consecuencias. Incluso cuando propusieron que yo fuera la voluntaria para probar el medicamento del proyecto de mi hermana, acepté sin dudar. Mis padres dijeron que por fin me había vuelto una hija razonable. Hasta mi esposo, tan frío como siempre, se paró junto a mi cama, me acarició la mejilla, algo que no hacía desde hacía años, y me dijo con ternura: —No tengas miedo. El experimento no es peligroso. Cuando salgas, te prepararé tu comida favorita. Pero él no sabía que, fuera o no peligroso el experimento, ya no iba a poder esperarme. Porque tengo una enfermedad terminal. Y me voy a morir muy pronto.
View MoreYoli fue arrestada y enviada a prisión.Pero mis padres no tuvieron tiempo para lamentarse, ni mucho menos para salvarla."Horror en familia poderosa: asesinato entre hermanas" se volvió tendencia.Al ver en las noticias el cuerpo con cicatrices y oír mi nombre, los Cabello comprendieron el engaño de los Santos.Pero esta vez, no tuvieron piedad.En una sola noche, hicieron que el Grupo Santos se declarara en bancarrota.Los acreedores y los periodistas bloquearon completamente la entrada de la casa.Volaban piedras y rompían los cristales.Los insultos entraban como cuchillos por cada ventana.Muy pronto, mi papá sufrió un derrame cerebral.Mi mamá, por miedo, no se atrevió ni a abrir la puerta para llamar a emergencias.Así... él murió, sin más.Ella abrazó su cadáver, lloró hasta casi desmayarse.Sus ojos se tiñeron de rojo, cargados de odio.Desde entonces, Yoli, en prisión, pidió varias veces verla. Pero siempre fue rechazada.Incluso cuando envió un mensaje por medio de la policí
Narrador en tercera personaEse día, Carlos también notó que Yoli actuaba extraño, así que decidió seguirla.Al final, lo escuchó todo. Esas verdades escalofriantes que jamás debieron salir a la luz.Él no recordaba cómo salió del supuesto laboratorio.Solo sabía que, ese día, llovía a cántaros.Cuando llegó a casa, ya estaba completamente empapado, pero no percibía el más mínimo escalofrío.Miró sus dedos temblorosos, recordando el contacto con ese cuerpo helado.Un estremecimiento le recorrió la espalda… como si la muerte misma le hubiera rozado la piel.Se dejó caer en el sofá, con la mirada perdida en el celular. En la pantalla: la grabación de Yoli admitiéndolo todo.Su rostro reflejaba un dolor indescriptible.Entre el enojo por haber sido engañado, y la culpa por haber amado durante años a esa 'hermanita' que ahora le resultaba irreconocible.Tomó una botella de licor y bebió en grandes tragos.Al levantar la cabeza, sus ojos se cruzaron con la foto de boda colgada en la pared.
—Oficial, ¿ya terminó de presentar su informe?El policía se mostró algo confundido, pero asintió con la cabeza.Carlos murmuró un 'ajá', sacó un USB de su bolso y lo sostuvo en alto.—Entonces... ahora me toca.—Quiero denunciar a Yoli por operar ilegalmente y por asesinato premeditado.¿¡Qué!?Mis padres se voltearon al mismo tiempo, mirándolo con incredulidad.Pero él no dijo ni una palabra más.Simplemente conectó el USB y reprodujo el archivo de audio y video.Apenas presionó el botón de reproducir, la voz aguda de Yoli sonó con claridad:"¿¡Por qué la mataste!?""Mira, te pagaré $100.000. Tú asumes toda la culpa y vas a prisión..."El audio no duraba más de unas frases, pero para todos los presentes, pareció eterno.Todas las miradas se dirigieron a la entrada, donde estaba Yoli.Parada como una estatua, aún tenía lágrimas en las mejillas por su reciente actuación.Pero en sus ojos ya no había tristeza. Solo rabia y rencor.—Así que... lo escuchaste todo, ¿eh?Yoli clavó su mirad
Carlos gritaba como un loco, pero aun así no se atrevía a dar un solo paso para confirmar la verdad que tenía justo delante.Los policías llegaron rápidamente y, al ver la escena, quedaron horrorizados.De inmediato llamaron al forense para que tomara pruebas.Tras colgar la llamada, el oficial al mando se tapó la nariz, se acercó y levantó la sábana que cubría mi rostro.Al ver mi cara cubierta de gusanos, Carlos cayó al suelo como si lo hubieran fulminado con un rayo.Se quedó inmóvil, sin poder reaccionar.Luego, a rastras, se acercó a la camilla, tomó mi mano huesuda entre las suyas y rompió en llanto.—Sara... esto es una broma, ¿verdad? No me asustes.—Solo era una prueba de medicamentos. ¿Cómo pudiste morir? ¡No lo creo! ¡No puede ser!Yo, de pie a su lado, acaricié su rostro. Pero mi mano lo atravesó como si fuera aire.Antes, cuando Carlos lloraba, yo le secaba las lágrimas.Ahora ya no podía tocarlas.Y la verdad... tampoco quería.Sus lágrimas llegaron demasiado tarde. Y era
Afuera, mis padres caminaban tomados del brazo de Yoli, radiantes de felicidad.Ambos lucían más gorditos, con la piel rosada, el rostro brillante, y una expresión de satisfacción que jamás tuvieron conmigo.Yoli vestía un vestido carísimo.Se arreglaba el cabello con elegancia, y en su dedo anular brillaba un anillo de diamantes que deslumbraba a cualquiera.Pero, a pesar de todo eso, en sus ojos se escondía un odio profundo.Carlos la miró y suspiró, luego le dio unas palmaditas suaves en el hombro, como si quisiera calmarla:—Yoli, no te pongas así. Ese anillo solo es un regalo por tu recuperación. No lo malinterpretes.—Para mí, tú siempre serás la hermana de Sara, mi cuñada.—Mi esposa, fue, es y será Sara. Nadie puede quitarle ese lugar.Al oír esto, el rostro de Yoli se transformó por completo. Zafó el brazo con violencia y gritó con furia:—¿¡Cuñada!? ¿¡Qué cuñado besa en el auto a su cuñada dormida!?—¿¡Qué cuñado regala un anillo de compromiso a su cuñada!?—Carlos, los dos s
Mis padres voltearon la cabeza. Recién en ese momento parecieron notar mi existencia.Sus rostros mostraron una leve incomodidad.Pero al oír mis palabras, mamá se enojó:—¿¡Qué estás diciendo!? Solo es una prueba médica, ¡no digas cosas tan negativas!Papá también me miró fríamente:—¿Otra vez quieres arrepentirte? Te recuerdo que el contrato ya está firmado.—Será mejor que entres y lo hagas como corresponde. Cuando el medicamento esté listo, vendremos a recogerte.Carlos me tomó la mano con ternura:—Será rápido, solo un mes. Cuando salgas, te compraré todo lo que quieras.Miré a mis padres, luego a Carlos, y finalmente suspiré.Solté su mano con firmeza.Me di la vuelta y caminé hacia el laboratorio, sin mirar atrás. Pues ya no me quedaba ni una pizca de apego por ellos.La supuesta prueba médica no era nada normal. De hecho, era un infierno.Cada día sentía como si mil hormigas me recorrieran el cuerpo.Rasgaba mi propia piel con desesperación, y mi cuerpo se cubrió de cicatrices






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