Share

Capítulo 4

Author: Noa Ferrer
A Iván se le endureció la cara un segundo.

—Ya la he acompañado bastante. También te toca a ti.

Apenas lo dijo, pareció oír lo absurdo que sonaba y bajó la mirada, culpable.

Yo no rompí su mentira, sino que me limité a seguirle el juego.

Justo ese día caía en nuestra fecha de divorcio.

«También es una clase de aniversario», pensé.

***

Cuenta regresiva: un día

En estos dos días, Iván no apareció, sino que continuó junto a Viviana Campos, supongo que para «calmarla».

Aun así, cada noche me enviaba cosas sin importancia: chismes del espectáculo, un video de un gato callejero, memes de redes. Parecíamos un matrimonio con relación a distancia, hablando de tonterías cotidianas. Pero en cinco años nunca habíamos compartido la vida así.

No entendí a qué venía ese cambio, y tampoco quise entender.

En tres días embalé mi mundo y: fui mandando cajas a Santa Nieves.

Cerré los contratos de alquiler con la inmobiliaria y puse en renta las cien propiedades a mi nombre.

Tanto movimiento terminó por llegar a sus oídos. Esa noche llamó:

—José me dijo que estás moviendo cosas. ¿Te estás mudando?

—Mmm. ¿No íbamos a Lomas del Oeste? Me gusta esa zona —respondí sin mucho interés.

Iván hizo una pausa.

—Si nos escondemos allá para soltar cohetes, no pasa nada.

Negué, esbozando una media sonrisa:

—Mejor no. No vaya a ser que te detengan.

Lo escuché relajarse.

—Entonces mañana en la noche te veo en Lomas del Oeste. Espérame allá.

—Ajá.

En la pantalla saltó la notificación: vuelo confirmado.

Iván, como si presintiera algo, repitió:

—Espérame. Tienes que esperarme.

—Está bien.

Llegó la noche… pero él no apareció.

José Ramírez me escribió apenado, diciéndome que Iván estaba en una reunión; que se iba a atrasar.

Mientras tanto, en redes, Viviana soltaba farolitos sobre el río desde una embarcación, e Iván aparecía justo detrás de ella.

Miré la hora.

Mi vuelo salía en cuatro horas y el acuerdo de divorcio entraría en vigor en dos.

«Quizá ya no alcance a decírselo en persona.»

Cuenta regresiva: tres horas

Me quedé frente al ventanal de la mansión que Iván me había regalado, mirando el río.

Los farolitos bailaban con la corriente hasta perderse en el mar.

«¿Cuál será el de ellos?»

Recordé su promesa de ayer y se me escapó una sonrisa.

«Si supiera que es la última vez que lo espero cumplir algo… ¿volvería corriendo a verme?»

Regresé a la habitación. En la sala me aguardaba mi maleta pequeña.

No tengo muchas cosas y aquí, menos.

«Esta casa es el pago por el centésimo daño. Irme desde aquí tiene sentido.»

Cuenta regresiva: dos horas

Mi abogado mandó un mensaje, con su humor negro:

—Felicidades, señorita Vega. Divorcio consumado. Haré que le lleve el acta a domicilio.

Cuenta regresiva: una hora

Cuando recibí el sobre oficial con el acta de divorcio, mi matrimonio terminó por completo.

Tomé la maleta y salí sin mirar atrás.

En la autopista rumbo al aeropuerto había tráfico.

Miré por la ventanilla y, de reojo, vi la camioneta de Iván pasar a toda velocidad en dirección a Lomas del Oeste.

Bajé la vista.

«Este cruce fugaz es, en realidad, el adiós.»

De pronto, él frenó y volteó hacia mí, buscándome con la mirada.
Patuloy na basahin ang aklat na ito nang libre
I-scan ang code upang i-download ang App

Pinakabagong kabanata

  • El Magnate y Su EX de las Cien Casas   Capítulo 10

    Luego, vuelo al extranjero.Y después… él vino a buscarme.Me reí suave.—Iván, estás aquí porque ella no regresa, ¿cierto?—Claro que no —negó Iván de inmediato—. Es porque me gustas.—Me gustas y por eso le dije lo que le dije; no quiero seguir haciéndote daño…—Mari… me gustas… te amo…Las palabras de amor siempre suenan bonito.Si esto hubiera sido no hace mucho, incluso en la noventa y nueve, quizá lo habría perdonado.Pero llegamos a la cien.Ya no hay más turnos.Y aunque lo que dice fuera verdad, ¿de qué sirve?Le di cien oportunidades.—Yo no necesito tu amor, Iván.—¿Porque tú crees que me amas, tengo que corresponderte?A Iván se le escurrieron las lágrimas.Hoy coleccioné varios “primeras veces” de este hombre:la primera vez despeinado, la primera vez llorando.Y, aun así, todo me dejó indiferente.—Si ya no me amas —balbuceó—, ¿por qué te quedaste con mis regalos?Tardé un segundo en entender.—¿Las propiedades?—¿Y todavía te da la cara para mencionarlas?Solté una risa

  • El Magnate y Su EX de las Cien Casas   Capítulo 9

    —Pero pensé… que si él montó todo eso fue porque sabe que te gusta. Así que igual te traje —soltó Azul en una sola bocanada.Sabía que era por mí.Tal vez fue amor a primera vista; tal vez esa charla mínima de la primera noche le despertó curiosidad.Al final, con los ojos bajos, sin atreverse a mirarme fijo, se encogió.“No hay nada que reprocharle”, pensé.No hizo nada malo.Solo… tuvo celos.Después de mucho pelear consigo mismo, levantó la cabeza. Los ojos le brillaban de humedad. En ese rostro suave, hasta las lágrimas parecían ternura.—La botarga de conejo era él. Si vas ahora a buscarlo, todavía alcanzas.Lo miré fijo hasta hacerlo temblar.Me dijo —con heroísmo prestado— que me fuera.Pero por dentro no quería que me fuera.Le conté pedazos de lo mío con Iván Yunes. Sabe que soy una mujer divorciada que busca aire.Aun así, temía que me quedara una hebra del pasado.Di un paso atrás.Azul se sostuvo como perrito herido, aguantándose las ganas de lanzarse a suplicarme.Entonces

  • El Magnate y Su EX de las Cien Casas   Capítulo 8

    El barman se encogió de hombros, retiró aquella “Vida” y me cambió el vaso por un agua de tamarindo.La cantante terminó “Me voy” y enlazó una balada en inglés que no conocía.Tenía una voz suave. Me quedé ahí, oyéndola largo rato.Yo miraba a la cantante; el barman —cuando yo no lo veía— me miraba a mí.A la mañana siguiente, el barman llegó puntual a la puerta de mi posada.—¿Cómo supiste dónde me hospedaba?—Los que vienen por acá solo escogen esta casa —respondió, como si fuera obvio.El coche no era rentado: era suyo.Le pagué una buena tarifa de guía. Quería pasarla en grande.Hizo una mueca.—¿Y podrías dejar de decirme “barman”? Me llamo Azul Suárez.—Suena a nombre de chica —solté, y me arrepentí al instante.Lo miré bien: cejas finas, facciones limpias, un aire de estudiante de novela.Azul se rió.—Bien visto. Me criaron como niña. Hasta antes de primaria usé vestidos.Me picó la curiosidad. Hice un gesto teatral con el celular.—¿Si te pago, me enseñas fotos?Alzó las cejas

  • El Magnate y Su EX de las Cien Casas   Capítulo 7

    Cuando por fin pasé el lector y crucé el filtro, me alcanzó la voz detrás de mí:—Mari.—¿De verdad… ya no hay ninguna posibilidad?No me detuve.Para él, ese silencio tenía que ser la respuesta más clara.El vuelo de Bruma a Santa Nieves fue corto: tres horas.Nunca había venido. Hacía más frío de lo que imaginé; aún era agosto, pero la ciudad, por su altura, guardaba un fresco amable.Me instalé en una casa de huéspedes que reservé desde temprano.No quise hotel de lujo; buscaba calor de gente.La dueña no me falló:—Llegaste mucho después de lo acordado, ¿pasó algo?—Todo se arregló —le sonreí.—Así me gusta. Cualquier cosa, me avisas. Una muchacha sola, y más de noche, no se me queda sin ayuda.Me recomendó un par de fondas cercanas.Yo había venido a empezar mi vida nueva, pero al principio turistear también cuenta.“Cinco años siendo prudente por la imagen de Iván.”“Cinco años sin soltarme.”“Ahora, por fin, soy libre.”Seguí la recomendación de la dueña y caí a un barcito tranq

  • El Magnate y Su EX de las Cien Casas   Capítulo 6

    —Ve con Viviana. Te esperó tantos años… ahora estás todo para ella.—Deberían estar felices.Iván parpadeó, como si mi frase no existiera, y saltó lo otro:—¿Qué divorcio? ¿Cuándo nos divorciamos?Le tendí mi acta de divorcio.—La tuya la dejé en la casa de Lomas del Oeste.Tomó el documento y empezó a negar con la cabeza, rápido, una y otra vez.La incredulidad le desfiguró la cara.—¿Cómo vamos a estar divorciados…? ¡Yo nunca dije que quería divorciarme!Me reí. Sin esfuerzo, sin ganas de pelear.Era un chiste demasiado bueno.—No hacía falta que lo dijeras. Lo hiciste.—Con un matrimonio así, ¿para qué seguir?Iván solo negaba.El temido Medio Bruma reducido a un niño que no sabe decir otra cosa.Me sujetó de los hombros.—No… ¡yo no lo acepté! Esto te lo inventaste, ¿verdad? ¡Es falso!—¡No cuenta! ¡Esto no cuenta! ¡No estamos divorciados!Lo miré, la voz cada vez más alta, los nervios fuera de control.“Un loco”, pensé.—Iván Yunes.En sus ojos se encendió una chispa, esperando qu

  • El Magnate y Su EX de las Cien Casas   Capítulo 5

    En un principio pensé que había sido mi imaginación, por lo que parpadeé y enfoqué la mirada… En efecto, Iván había frenado en plena autopista.Abrió la puerta, se echó a correr hacia mi taxi y empezó a golpear la ventanilla. Movía los labios, diciendo algo, pero el vidrio y el ruido lo tragaban todo.—Señorita, ¿le bajo el vidrio para que le conteste? —preguntó el chofer, nervioso—. Aquí es peligroso.—No. No se preocupe por él.Iván siguió golpeando una y otra vez el cristal, mientras yo lo ignoraba por completo. La escena terminó cuando llegó la patrulla y los agentes de tránsito lo apartaron del carril y se lo llevaron.Solo entonces me atreví, amparada por la fila de autos atorados, a mirarlo mientras lo subían a la camioneta.A través del vidrio perlado de llovizna vi su cara con una nitidez extraña: estaba desesperado por mí.«Tarde, Iván. Te di la oportunidad. Tú la soltaste.»El tráfico cedió pronto, y, para mi suerte, llegué al aeropuerto justo a tiempo.Sin embargo

Higit pang Kabanata
Galugarin at basahin ang magagandang nobela
Libreng basahin ang magagandang nobela sa GoodNovel app. I-download ang mga librong gusto mo at basahin kahit saan at anumang oras.
Libreng basahin ang mga aklat sa app
I-scan ang code para mabasa sa App
DMCA.com Protection Status