Capítulo 3

Historia desde el punto de vista de Aria

—¿Cuánto? —pregunté, con voz firme.

—¡Dímelo tú! —exclamó mi papá, enfurecido, y luego cuestionó: —¿Cómo pude criar a una hija como tú, estabas robándole a tu propia familia? Si no fuera porque le entregaste el casino a Emily, ¿cuánto tiempo habríamos tenido que esperar antes de descubrir esto?

Damian intervino, con un tono calmante: —Señor Moretti, cálmese. Yo creo en Aria, y estoy seguro de que hay una explicación detrás de esto —Luego, girándose hacia mí, agregó con esa misma mirada dulce—. Aria, por favor, cuéntanos. ¿Necesitabas el dinero? Podrías haberme preguntado a mí o al señor Moretti. No puedes simplemente tomarlo.

—¿Ya han terminado los dos? —pregunté, con un tono de voz cortante mientras me acercaba a la mesa. Acto seguido, saqué mi cartera y extraje algunas tarjetas a la vez que decía: —Esta es mi tarjeta de débito, la cual incluye mi cuenta de ahorros, y esta es mi tarjeta de crédito.

Mi padre alzó una ceja, claramente confundido.

—Compruébalo tú mismo —dije con frialdad—. Ve a ver si los fondos que faltan están en esas cuentas y si no encuentras nada, es porque quizás el verdadero ladrón aún esté suelto.

Mi papá se mofó: —¿El verdadero ladrón? ¿Quién más podría haber tenido acceso al dinero del casino, si no eres tú?

Yo sonreí, y tan imperturbable como siempre, respondí con un tono irónico: —Oh, no lo sé. Tal vez tú, o mi mamá, o, quizás... —Me acerqué, fijando mi mirada en la de Emily, quien se sobresaltó por un momento —¿nuestra inocente Emily?

Emily se levantó de un salto, y con los ojos llenos de lágrimas, replicó: —¿Cómo podría yo?

—¿Cómo podrías ser tú? —dejé escapar una carcajada fría y aguda—No lo sé. Tal vez cuando firmaste el papel, te diste cuenta de que era otra buena oportunidad para inculparme. Eres capaz de muchas cosas, Emily. Quizás no hayas nacido siendo una Moretti, pero ciertamente has heredado el espíritu de la familia.

Antes de que yo terminara de hablar, una fuerte bofetada me llegó a la mejilla.

La mano de mi papá se quedó suspendida en el aire, y su rostro estaba lleno de furia, pero cuando lo miré a los ojos, él rápidamente desvió la mirada y dijo: —Te dije que nunca te burles de Emily cuando se trata de la familia. Ella es nuestra hija y tu hermana. ¿Por qué insistes en hacerla sentir como una extraña después de todos estos años? ¿Qué ha hecho para lastimarte?

El dolor de la bofetada era intenso, pero era el constante peso del desdén de mi familia lo que realmente me quemaba por dentro. Siempre había sido yo la culpable cuando las cosas salían mal, a la que ellos le echaban en cara cualquier desorden.

Si se hubieran dado el trabajo de averiguar cuándo desaparecieron los fondos, o simplemente me hubieran dado la confianza una vez más, todo habría sido distinto.

—Sí, no ha hecho nada para lastimarme. Déjame adivinar, Emily. Tú fuiste la que encontró los fondos que faltan y se los dijiste a papá y a Damian, ¿verdad?

Emily comenzó a hablar: —Aria, yo...

Damian, tan caballeroso como siempre, cortó su frase, diciendo: —No tienes que explicarle nada, yo fui quien lo encontró.

—No te pongas tan protector, Damian —interrumpió mi voz, más dura y aguda de lo que pretendía —. Ahora solo estoy preguntándole a Emily.

—Aria, no sabía que papá reaccionaría así —balbuceó Emily —. Le hablé sobre el dinero... Pensé que quizás podrías necesitarlo, y que...

—¿Así que debería darte las gracias por esto? —Dejé escapar otra carcajada llena de amargura.

—¿Qué pasa con ese tono tan arrogante? —se mofó mi papá —Emily solo estaba tratando de ayudarte. Eres muy terca y cerrada. ¡A ella solo le preocupaba que si realmente tuvieras problemas, no nos lo dijeras!

Mientras miraba a las tres personas paradas frente a mí, dos de ellos demasiado ciegos para entender la verdad y una actriz, tratando de tejer sus sucios secretos en una trampa, esperando derribarme.

La única razón por la que firmé ese maldito papel y decidí dejar a los Moretti era porque ya había tenido suficiente de ellos, no al revés.

Me ríe suavemente, era un sonido hueco, y luego dije: —Muy bien, agradezco la preocupación de Emily. He dejado mis tarjetas aquí, la contraseña es mi fecha de nacimiento. Usen los fondos de ahí para cubrir el dinero que falta en el casino.

—¿Entonces lo admites? ¿Robaste el dinero? —La voz de mi papá era una mezcla de incredulidad y enojo.

—No, yo no lo admito, pero lo haya hecho o no, el resultado será el mismo. Así que es mejor solucionar esto ahora.

Con eso, me giré y abrí la puerta de un tirón.

—Aria —La voz de mi padre, aguda y dolida, me llamó desde atrás.

Me di la vuelta para enfrentarme a él, y me percaté de que la expresión en su rostro estaba distorsionada, como si estuviera atragantándose con sus propias palabras. Probablemente quería disculparse por haberme dado aquella bofetada, pero en lugar de eso, todo lo que escuché fue: —No te comportes como una niña y ven a cenar a casa esta noche, después de todo, te irás mañana.

“Je, eso fue todo.” Pensé.

Acto seguido, salí por la puerta sin mirar atrás, mientras decía: —No hace falta, ya tengo planes.

Y mis planes no incluían cenar con una familia que había elegido a una mentirosa en lugar de su propia hija.