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Capítulo 7

Autor: Alyssa J
Las heridas provocadas por el látigo de plata me tuvieron postrada en cama dos días enteros.

No me levanté hasta que el celular vibró con un mensaje del personal, avisándome que los trámites para la compra del terreno habían finalizado. ¡Ese bosque aislado ya era mío!

Rebosante de alegría, marqué el número. La persona al otro lado de la línea quiso confirmar el asunto varias veces.

—¿Está segura de que desea mudarse al bosque dentro de tres días?

Nunca había estado tan segura de algo en mi vida.

—Sí, estoy segura.

—Muy bien, señorita Ember —respondió el empleado—. La acompañaremos al bosque en tres días, tal como está programado.

Apenas colgué, Grayson abrió la puerta.

—¿Mudarte a qué bosque?

Guardé el celular y cambié de tema rápidamente.

—No es nada. ¿Necesitabas algo?

No insistió más y se limitó a responder:

—Tu cuadro ganó un premio en la competencia. Los organizadores te invitaron a la ceremonia pasado mañana.

Si Grayson no lo hubiera mencionado, casi lo habría olvidado. Tenía bastante talento para pintar y hacía un mes había clasificado para las finales de un prestigioso concurso nacional. Jamás esperé ganar.

El día de la ceremonia, Victoria se empeñó en que toda la familia me acompañara al evento.

—¡Eres mi hermana! ¡Claro que tenemos que ser testigos de tu momento de gloria!

Pero entonces su tono cambió y suspiró con un pesar que parecía ensayado.

—Ojalá yo también pudiera ganar un premio, pero mi salud ha sido tan mala que no he tenido tiempo para aprender a pintar.

Hizo una pausa antes de añadir con una sonrisa dulce:

—No importa, ¡que tú ganes es como si ganara yo!

No respondí, pero tuve un mal presentimiento. La ceremonia de premiación comenzó y llegó el momento de anunciar al ganador de la medalla de oro.

Yo estaba sentada entre el público, sudando por los nervios.

Este premio era importante para mí; representaba el reconocimiento a mi trabajo y la validación de mis colegas en la industria.

El presentador sacó la lista de ganadores y, de pronto, pareció confundido. Sin embargo, tras un instante, recuperó la compostura y anunció:

—¡Felicitemos a nuestra ganadora de la medalla de oro: Victoria Blackwood!

El público estalló en confusión. Nadie había escuchado ese nombre antes y la gente comenzó a murmurar.

—¿Quién es Victoria Blackwood? ¿Alguna nueva promesa de la industria?

—No tengo idea. ¡Escuché que la medalla de oro debía ser para Ember Blackwood por su pintura “Atardecer”!

Me quedé paralizada en mi asiento un largo rato antes de reaccionar. Cuando estaba a punto de levantarme para cuestionar a los organizadores, Finn me obligó a sentarme de un jalón.

—Suficiente. Contacté a los organizadores hace una hora para hacer el cambio y que Victoria subiera al escenario.

Me miró con severidad.

—Victoria necesita ánimos en un momento como este. De ahora en adelante, todo tu trabajo se publicará bajo el nombre de tu hermana.

Me giré, incrédula. Papá y mamá miraban con orgullo a Victoria en el escenario, y luego me dedicaron una mirada despectiva.

—No compitas con ella. Es solo un premio.

La mirada de Grayson era intensa; toda su atención estaba enfocada en la radiante Victoria sobre la tarima. Ignoró la palidez de mi cara.

En ese instante, sentí que la angustia me paralizó. Una vez más, Victoria me había robado lo que me pertenecía. Y todos ellos eran sus cómplices.

Entre los aplausos, Victoria agradeció a todo el mundo... a todos, excepto a mí.

De regreso a casa, fui a mi cuarto y junté todas mis obras de arte.

También tomé los peluches que había comprado ahorrando tres meses de mi mesada, las muñecas que había tallado a mano en la soledad de mi habitación, mi ropa y vestidos desgastados.

Luego, llevé todas esas cosas a la sala y las arrojé en una pila frente a Victoria. Dio un salto por la sorpresa.

—¿Qué estás haciendo?

Señalé el montón en el suelo, manteniendo la voz tranquila.

—¿No me dijeron que le diera todo mi arte? Bueno, aquí no está solo mi trabajo, sino todo lo que tengo. Es todo tuyo.

Después de hablar, miré a cada uno de ellos, pensando con amargura:

“Y papá, mamá, mi hermano, Grayson... ya no los quiero tampoco. ¡Que se quede con todos ellos!”
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