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Capítulo 3

Author: Piña Ice
—Yo también sé que estabas muy ilusionada con esta boda. Para que saliera perfecta, pusiste mucho esfuerzo y dedicación. Después, tu esposo te dará una boda aún más grandiosa, ¿está bien?

Me quedé en silencio, con el rostro inexpresivo.

En su cara se notaba claramente preocupación.

—¿Todavía sigues enojada por lo de Sandra? Pero ella es mi cuñada. Cuando mi hermano murió, me pidió que cuidara de su viuda y su hijo; yo, como hermano mayor, no puedo simplemente ignorarlos.

—Lucía, además estás embarazada, no te alteres demasiado, podría afectar a nuestro hijo, ¿de acuerdo?

Él acaso realmente quería cumplir la promesa de cuidar a su hermano, o solo cuidaba a Sandra y a su hijo… ya no me importaba.

Ahora su actitud era clara: cuál fuera la verdad, ya no me importaba.

Esbocé una sonrisa amarga en la comisura de mis labios:

—¿Todavía recuerdas que tenemos un hijo?

De su bolso sacó una pulsera hermosa, hecha con piedras preciosas, y me la puso en la mano, intentando persuadirme:

—Mira, esta pulsera la mandé a hacer especialmente antes de la boda. Apenas terminó la ceremonia, fui a recogerla. La piedra pequeña del centro representa a nuestro hijo; las dos piedras de afuera somos nosotros. Esta pulsera simboliza nuestra familia de tres. ¿Te gusta?

—Lucía, en esta vida lo que más me importa eres tú y nuestro hijo.

Él siempre ha sabido cómo hacer feliz a las personas. Con los hijos, de verdad, tiene mucha dedicación: pidió que me revisara el doctor, cada día preguntaba por mi estado, y hasta gastaba mucho dinero en un chef para que me preparara comidas nutritivas. Excepto por no poder acompañarme durante todo el embarazo, lo demás lo hace perfectamente.

En mi corazón sabía que me cuidaba, pero podía sentir que su cuidado hacia su cuñada era mucho mayor que hacia mí.

Con expresión tranquila pregunté:

—¿Y lo de separarnos, lo pensaste?

El rostro de Carlos se oscureció un poco:

—¿Todavía mencionas eso? Ya te lo expliqué todo, incluso te di un regalo para disculparme. ¿No puedes dejar de hacer un problema de algo tan pequeño?

Respondí con un leve gesto.

Él me miró sin saber qué hacer; en su voz se notaba el enojo:

—Lucía, ya he sido muy bueno contigo, no sigas desafiando mi paciencia. Además, estás embarazada; si nos separamos, ¿con quién más te casarías?

—Aunque a ti no te importe, también debes pensar en nuestro hijo. ¿Quieres que apenas nazca no tenga padre?

Justo en ese momento, alguien tocó la puerta apresuradamente.

Carlos permitió que entrara; la niñera corrió adentro y le susurró:

—Don Carlos, la señorita Sandra dijo que el pequeño amo no se encuentra bien. ¿Podría ir a revisarlo?

Carlos me volvió a mirar, sabiendo que había oído lo que dijo la niñera, y con tono apresurado explicó:

—Dany ha sido delicado desde pequeño, y hoy Sandra lo regañó mucho. Debo ir a revisarlo para que no pase nada. Primero tú tranquilízate.

Dicho esto, se dio la vuelta y salió apresuradamente, con pasos ansiosos, sin siquiera mirarme de nuevo.

Tal vez tenía miedo de que volviera a mencionar lo de separarnos, o tal vez realmente le preocupaba lo del sobrino.

Después de que Carlos se fue, me sentí débil; me levanté y comencé a preparar la maleta.

Apenas había empezado, mi celular recibió una notificación. Era de Sandra:

"Aunque tú y Carlos se casen, las personas que más le importan a él seguiremos siendo Dany y yo."
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