Capítulo 2

Después de salir del estudio de mi padre, me dirigía hacia Rose Estate cuando Celeste me detuvo.

—Natalia, ¿por qué no puedes darnos tu bendición a Darius y a mí?

Abrí la boca para hablar, pero lo reconsideré. Como ya había decidido cortar los lazos con ellos, no tenía sentido decir más. Pronto lo entenderían.

Saliendo de mis pensamientos, intenté pasar de largo a Celeste.

De la nada, ella me agarró del brazo y cayó de rodillas.

—¡Natalia, incluso si me matas, seguiré amando a Darius!

Antes de que pudiera reaccionar, Darius se abalanzó y me empujó al suelo.

—¡Natalia Blackwood! —rugió—. ¿Qué le hiciste a Celeste?

Intenté explicar, pero cuando vi la forma en que me miraba, como si yo fuera su enemiga, me quedé en silencio. A sus ojos, yo siempre era la problemática, mientras que la dulce y sensata Celeste no podía hacer nada malo.

Mi corazón se hundió. Me froté la pierna adolorida y me giré para irme. Sin embargo, Darius me agarró del brazo.

—¡Natalia, discúlpate antes de que te vayas!

—¡No hice nada malo! ¿Por qué debería disculparme? —respondí.

En un instante, su furia se desbordó.

—Ya he aceptado casarme contigo, Natalia. Entonces, ¿por qué la lastimarías?

Sus gritos hicieron que mis ojos escocieran con lágrimas no derramadas. Sorbiendo por la nariz, luché por mantener mis emociones bajo control.

—¡Te dije que no hice nada!

Al mismo tiempo, los ojos de Celeste se enrojecieron mientras hablaba suavemente en mi defensa.

—Darius, no digas eso de Nat. Ella solo actuó así porque te ama.

En el momento en que terminó de hablar, Darius la ayudó a levantarse. La ternura en sus ojos era algo que yo nunca había visto.

Un dolor agudo golpeó mi pecho sin previo aviso. Aun así, apreté los puños para contener las lágrimas.

—Escucha atentamente, Natalia. ¡Incluso después de que nos casemos, nunca te amaré! —espetó Darius.

Me di la vuelta de inmediato, con lágrimas corriendo por mi rostro.

—¡Bien! Haz lo que quieras.

Dicho esto, me alejé cojeando. Me alegré de no haber repetido mis errores pasados. De lo contrario, habríamos estado atrapados en un matrimonio lleno de odio otra vez.

En esta vida, Darius y yo no seríamos más que amigos de la infancia.

***

Después de ese día, pensé que nunca me cruzaría con Darius de nuevo. Para mi sorpresa, todas las mañanas, la medicina para mi pierna y una nota escrita a mano de él aparecían en mi habitación como un reloj.

Las lágrimas me picaron en los ojos mientras leía sus notas. Pasé mis dedos sobre su letra, y mis pensamientos se remontaron a mi vida pasada.

Después de que mi madre murió salvando a su hermana, él se quedó a mi lado como un ángel guardián. No importaba cuán absurdas fueran mis peticiones, él movía cielo y tierra para cumplirlas.

Incluso después de que nos casamos y llegamos a odiarnos, él todavía me atendía día y noche cada vez que me lastimaba. Cuando los asesinos vinieron por mí, se arrojó frente a una bala sin pensarlo dos veces.

Darius solo había estado pagando la bondad de mi madre, sin embargo, yo lo confundí con amor. En nombre del amor, me aferré a él durante décadas y, al hacerlo, destruí su oportunidad de estar con la mujer que realmente amaba.

El pensamiento me devolvió a la realidad. Fue entonces cuando recordé que hoy era el día en que Celeste sería desfigurada.

Ignorando el dolor en mi pierna, corrí como una loca hacia el lugar que recordaba.

Cuando llegué a la antigua mansión, encontré a Celeste siendo golpeada por mujeres de la familia Moretti. Una de ellas le presionó un cuchillo en la cara y gruñó:

—¡Deja a Darius, o cortaré esa linda cara tuya!

Celeste tembló de miedo, incapaz de pronunciar una sola palabra.

Levanté mi arma y disparé al aire, atrayendo todas las miradas hacia mí a la vez.

—¡¿Qué creen que están haciendo?! —grité.