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Capítulo 27

작가: Amanda Dasilva
—¿Qué se te cayó? Bájate, yo miro —dijo Ezequiel, inclinándose hacia su lado.

—N-no hace falta —Soraya se enderezó de golpe, con una risa nerviosa—. Pensé que se me había caído un arete… pero recordé que hoy ni siquiera usé aretes.

Qué excusa tan torpe. Él la conocía de sobra y jamás la había visto usar aretes. Entonces, entrecerró la mirada, pero no dijo nada más. Tomó las palomitas recién hechas y subió al auto.

—Solo traje una porción, es tarde, no es bueno comer demasiado.

—Gracias —dijo, obediente, estirando la mano para recibirla.

Ezequiel encendió el motor. Cuando la cafetería quedó lejos, ella pudo tranquilizarse por completo. Al final había sido coincidencia. Como si Ezequiel pudiera ser tan omnisciente… ¿cómo iba a descubrir en un solo día que ella trabajaba a escondidas? Imposible.

El sonido de masticar llenó el silencio, mientras un aroma tenue de palomitas se esparcía dentro del auto. En un semáforo en rojo, Ezequiel giró hacia ella.

Soraya sostenía la bolsa con ambas mano
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    Ezequiel estaba marcando con el bolígrafo en el menú cuando se detuvo.—¿No que no comes picante?—Zulma sí come —respondió Soraya en voz baja.Él asintió y marcó el platillo de carne en salsa picante.Zulma, desde el otro lado de la mesa, los miraba fijamente. Estaban sentados bastante cerca, de manera natural, y la mano herida de Ezequiel descansaba sobre el respaldo de la silla de Soraya, mientras con la otra iba señalando en la carta. Ella, más pequeña a su lado, parecía envuelta por completo en su aura, como si él la rodeara con todo su ser.“Así que este es el verdadero profesor Alonso en privado”, pensó Zulma, con los ojos brillándole de curiosidad.En la escuela, todos veían a Ezequiel como alguien serio, elegante, con un aire académico. Incluso cuando sonreía en clase, imponía cierto respeto. Esa solemnidad hacía que muchos estudiantes le tuvieran un poco de miedo.Pero, claro, eso no impedía que más de una tuviera fantasías con él.“Muchas soñarían con bajar a un hombre tan g

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