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Capítulo 2

Author: Luna Roja
Bella se inclinó y se tapó la boca con dramatismo.

—Ay, no puede ser, el sistema dice que la cuenta de banco de Aria está congelada. ¡No me digan que se volvió una morosa!

A nuestro alrededor se escucharon exclamaciones de sorpresa.

—¡Así que está bien endeudada!

—¡Con razón está buscando en la basura! ¡Sabía que vino a estafar a la gente!

—Vaya, vaya, se ve decente, pero es peor que mi sirvienta.

Entonces recordé que el mes pasado nuestra manada pasó por una reestructuración de activos y todas las cuentas cambiaron. La tarjeta de banco anterior había sido desactivada.

Ethan me miró con asco.

—¿Pues cuánta deuda has acumulado todos estos años?

Bella suspiró con hipocresía.

—Pagar las deudas es lo correcto. No te desvíes más por el mal camino.

Su comportamiento repugnante me enfureció.

—¿Quién dice que no tengo dinero?

Alguien entre la multitud gritó.

—¡Ya me acordé! Con razón se me hacía conocida... ¿No fue la manada Blackwood la que compró el territorio del norte de Marcus hace dos años? ¡La señorita Blackwood debe estar en la quiebra!

El comentario cayó como una bomba. La expresión de Ethan cambió del asco a una súbita comprensión.

—Con razón.

—¿Así que estás desesperada?

Me palpitaban las sienes. Yo no había dicho ni una palabra y esta gente ya se había inventado todo un drama.

—Les estaba diciendo...

Comencé a hablar, pero Ethan me interrumpió.

—Deja de fingir, Aria. Te ofrezco dinero solo por lástima, nada más. A fin de cuentas, Bella y yo nos vamos a casar pronto... lo nuestro ya quedó en el pasado.

Bella se aferró a él como un ave delicada y me miró con lástima.

—Como sea, te graduaste de finanzas en una de las mejores universidades. ¿Cómo pudiste caer tan bajo? Sé que los problemas de la familia Blackwood te afectaron mucho, ¡pero no puedes rebajarte a estafarle a la gente!

—¡Bella!

La reprendí con dureza.

—Solo estoy buscando algo que es mío. ¿Desde cuándo eso es estafar?

Ella, sintiéndose humillada, hizo un puchero de resentimiento.

—Si no estás estafando, ¿por qué buscas en la basura? Yo solo quería ayudarte de buena fe. Como no lo aprecias, pues olvídalo.

Ethan arrugó la frente.

—¿A qué sigues jugando? ¿Crees que todavía eres la gran señorita Blackwood a la que todos tenemos que rendirle honores?

Les dediqué una mirada hostil y volví a buscar mi anillo.

—¡No es asunto suyo!

Cuando estiré la mano, Thomas volvió a agarrarme.

—¿Quién te dio permiso de buscar ahí? ¡Largo!

Se me acabó la paciencia.

—¡Suéltame!

En el forcejeo, el bote de basura se volcó. Un brillo plateado rebotó y rodó por el suelo. Mis ojos se iluminaron y me agaché para recogerlo, pero una fuerza me jaló del brazo hacia atrás.

—¿No te cansas de hacer el ridículo?

Dijo con voz baja y furiosa.

—Quiérete un poquito, no vengas a hacer el ridículo frente a todos.

Miré fijamente la cara hipócrita de Ethan mientras los recuerdos me invadían. Me sacudí su mano con fuerza.

—¡Suéltame!

Bella comentó con un tono de sarcasmo.

—Ethan solo quiere ayudarte. Es que... verte así es muy...

—¡Cállate!

Me di la vuelta y la fulminé con la mirada.

—¡Aquí no tienes nada que decir!

El gesto de Ethan se volvió serio.

—¿Cómo te atreves a hablarle así? ¡No olvides quién estuvo a mi lado en los momentos más difíciles!

Sus palabras me provocaron una risa amarga.

—Por favor, sé honesto. ¿Quién estuvo al lado de quién en realidad?

Los recuerdos pasaron ante mis ojos como una película.

Durante la fase inicial de su empresa, me desvelaba ayudándolo a revisar propuestas. Cuando se quedó sin financiamiento, fui a rogarles a mis padres que le prestaran dinero para ayudarlo.

Cuando la competencia lo estaba aplastando, yo me moví por todas partes buscando ayuda. ¡Y me pagó todo eso teniendo una aventura secreta con Bella Rose en cuanto tuvo éxito!

Nunca olvidaré la humillación que Ethan me hizo pasar la noche que descubrí el falso certificado de unión. Retiré la mano con brusquedad y le di una cachetada a Ethan.

El sonido seco hizo que todo el salón de banquetes guardara silencio.

La cara de Ethan se volteó por la cachetada y una marca roja apareció rápidamente en su mejilla izquierda.

Quedó aturdido por un momento, pero en lugar de enojarse, habló en un tono casi condescendiente.

—Ya deja de hacer berrinches como una niña. Ya me pegaste, ya te desahogaste. Pórtate bien, pídele una disculpa a Bella y te llevo a casa.

Casi me reí de su descaro.

—¿Estás idiota o qué?

Di un paso atrás y alcé la voz.

—¡Ya estoy con alguien! Tengo a mi pareja y un hijo... ¿qué clase de numerito romántico estás montando aquí?
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