Share

Capítulo 3

Author: Desflorencia
Apenas puse un pie en la mansión de la familia Cabello, un guardia me dio una patada que me hizo caer de rodillas.

El Sr. Cabello me echó una mirada fría, como si estuviera viendo una bolsa de basura.

—Quédate arrodillada aquí afuera por un día y una noche —ordenó con indiferencia.

Así, en pleno invierno, con ropa delgada, me quedé arrodillada afuera.

Frente a mí, colocaron una cámara.

Él me agarró del mentón y me advirtió:

—Si te atreves a hacerle daño a mi nieta, les haré ver a tus padres cómo torturo a su preciada hija.

Miré el pequeño lente de la cámara y sonreí con amargura.

"Qué lástima, se equivoca... Yo no soy su hija preciada. A ellos no les duele nada de esto."

Esa noche fue interminable.

Con el paso de las horas, mi vista se volvió borrosa hasta que finalmente perdí el conocimiento.

Me despertó de golpe un balde de agua helada, y una bota que se clavó en mi espalda.

—¿Muy valiente al momento de golpear, no? ¿Y ahora qué, tan débil?

Tosí con fuerza, escupiendo sangre sobre la nieve blanca, como si floreciera una flor carmesí.

El Sr. Cabello resopló con desdén.

Ordenó a un guardia que me trajera un cuchillo, y con el mango acarició mi mejilla.

—Mi nieta tiene tres cicatrices en la cara. Tú me vas a pagar con diez veces más.

Temblaba de miedo, al final cerré los ojos, resignada.

Una punzada aguda me atravesó el rostro.

Grité con todo lo que tenía, me retorcí, cubriéndome la cara ensangrentada.

Mientras tanto, al otro lado de la pantalla, mis padres y Carlos estaban en un restaurante, celebrando que Yoli había salido ilesa.

Tres días después, aparecí frente a Carlos, con la cara llena de heridas.

Se quedó paralizado. Claramente, no me reconoció de inmediato.

Dos segundos más tarde, puso cara de preocupación, con lágrimas.

—Sara, has sufrido tanto... No te preocupes, yo te compensaré. ¡Te cuidaré el resto de mi vida!

Me abrazó con fuerza, pero al mirar mi rostro desfigurado, desvió la mirada.

Cinco años atrás, se enamoró de mí a primera vista por esta cara.

Decía que era la mujer más hermosa del mundo.

Me persiguió como un loco, me colmó de regalos, me secaba las lágrimas cuando le contaba lo injusto que era todo en casa.

Me prometió darme un nuevo hogar, llenarme de felicidad.

En ese entonces, de verdad me amaba.

¿Pero cuándo cambió todo?

Tal vez fue el día de nuestra boda, cuando vio a mi hermana por primera vez.

Una cara igual a la mía, pero con una fragilidad que despertaba protección.

Se enamoró de mí por mi rostro... Y por el mismo rostro, también se enamoró de ella.

Solo que, por novedad, a ella la amó más.

Pensando en eso, lo empujé con desprecio y subí las escaleras.

Pero no pasó mucho antes de escuchar su voz en el balcón, hablando por teléfono con mis padres:

—Menos mal que solo fue la cara. Mientras el cuerpo esté bien, no afectará las pruebas.

Cada palabra era como una daga clavándose en mi corazón.

En ese instante, pensé que quizá... morir no era tan malo.

Por fin dejaría de vivir en esta pesadilla.

Con los ojos rojos, abrí la puerta de mi habitación. Y me encontré con Yoli acostada en mi cama.

Al ver mis cicatrices, primero se quedó en shock. Luego, soltó una carcajada tan fuerte que apenas podía respirar.

Golpeaba la cama con tal fuerza que no parecía enferma en lo absoluto.

Yo sabía desde hace tiempo que fingía. Una vez la vi en la escuela tirando las pastillas por una alcantarilla.

Se lo dije a mis padres, pero lo único que recibí fueron bofetadas y regaños.

—Sara, por fin ya no te pareces a mí. Ahora sí, Carlos te va a olvidar del todo.

Pasó sus dedos por mis cicatrices como si fueran trofeos, como una serpiente venenosa sacando la lengua.

Le tomé la muñeca con suavidad y le dije en voz baja:

—Mejor así. Ya es todo tuyo.

Faltaban tres días para comenzar el experimento.

Y también tres días para que mi vida terminara.

El medicamento causaría erupciones, vómitos, dolor intenso,

y finalmente, fallas respiratorias, paro cardíaco... Dejaría atrás un cuerpo frío y apestoso.

Y entonces, ¿cómo reaccionarían papá, mamá y Carlos?

¿Sorpresa? ¿Miedo? ¿Tristeza? ¿Una lágrima, quizás?

"No lo creo, pues nadie llora por alguien que nunca esperaron.", pensé.

Tres días pasaron volando.

Papá, mamá y Carlos me llevaron personalmente al centro de investigación.

Frente al laboratorio, mis padres abrazaban a Yoli con alegría, como si ya hubiera sido curada.

—¡Por fin, Yoli! ¡Se acabaron los días difíciles!

—Vamos a comer algo rico para celebrar. Tu comida favorita: comida francesa.

Carlos miraba la escena con ternura. Se acercó, le tomó la mano a Yoli y dijo:

—Cuando te recuperes, te llevaré a recorrer el mundo. ¿Qué te parece?

Era yo quien iba al matadero. Y aun así, su mundo giraba en torno a ella.

Pensé que ya estaba acostumbrada.

Pero en el último momento de mi vida... aún me dolía como nunca.

No pude evitar darme la vuelta y preguntarles:

—Si muero en el laboratorio, ¿se pondrían tristes?
Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • Sacrificar, Perder, Lamentar   Capítulo 9

    Yoli fue arrestada y enviada a prisión.Pero mis padres no tuvieron tiempo para lamentarse, ni mucho menos para salvarla."Horror en familia poderosa: asesinato entre hermanas" se volvió tendencia.Al ver en las noticias el cuerpo con cicatrices y oír mi nombre, los Cabello comprendieron el engaño de los Santos.Pero esta vez, no tuvieron piedad.En una sola noche, hicieron que el Grupo Santos se declarara en bancarrota.Los acreedores y los periodistas bloquearon completamente la entrada de la casa.Volaban piedras y rompían los cristales.Los insultos entraban como cuchillos por cada ventana.Muy pronto, mi papá sufrió un derrame cerebral.Mi mamá, por miedo, no se atrevió ni a abrir la puerta para llamar a emergencias.Así... él murió, sin más.Ella abrazó su cadáver, lloró hasta casi desmayarse.Sus ojos se tiñeron de rojo, cargados de odio.Desde entonces, Yoli, en prisión, pidió varias veces verla. Pero siempre fue rechazada.Incluso cuando envió un mensaje por medio de la policí

  • Sacrificar, Perder, Lamentar   Capítulo 8

    Narrador en tercera personaEse día, Carlos también notó que Yoli actuaba extraño, así que decidió seguirla.Al final, lo escuchó todo. Esas verdades escalofriantes que jamás debieron salir a la luz.Él no recordaba cómo salió del supuesto laboratorio.Solo sabía que, ese día, llovía a cántaros.Cuando llegó a casa, ya estaba completamente empapado, pero no percibía el más mínimo escalofrío.Miró sus dedos temblorosos, recordando el contacto con ese cuerpo helado.Un estremecimiento le recorrió la espalda… como si la muerte misma le hubiera rozado la piel.Se dejó caer en el sofá, con la mirada perdida en el celular. En la pantalla: la grabación de Yoli admitiéndolo todo.Su rostro reflejaba un dolor indescriptible.Entre el enojo por haber sido engañado, y la culpa por haber amado durante años a esa 'hermanita' que ahora le resultaba irreconocible.Tomó una botella de licor y bebió en grandes tragos.Al levantar la cabeza, sus ojos se cruzaron con la foto de boda colgada en la pared.

  • Sacrificar, Perder, Lamentar   Capítulo 7

    —Oficial, ¿ya terminó de presentar su informe?El policía se mostró algo confundido, pero asintió con la cabeza.Carlos murmuró un 'ajá', sacó un USB de su bolso y lo sostuvo en alto.—Entonces... ahora me toca.—Quiero denunciar a Yoli por operar ilegalmente y por asesinato premeditado.¿¡Qué!?Mis padres se voltearon al mismo tiempo, mirándolo con incredulidad.Pero él no dijo ni una palabra más.Simplemente conectó el USB y reprodujo el archivo de audio y video.Apenas presionó el botón de reproducir, la voz aguda de Yoli sonó con claridad:"¿¡Por qué la mataste!?""Mira, te pagaré $100.000. Tú asumes toda la culpa y vas a prisión..."El audio no duraba más de unas frases, pero para todos los presentes, pareció eterno.Todas las miradas se dirigieron a la entrada, donde estaba Yoli.Parada como una estatua, aún tenía lágrimas en las mejillas por su reciente actuación.Pero en sus ojos ya no había tristeza. Solo rabia y rencor.—Así que... lo escuchaste todo, ¿eh?Yoli clavó su mirad

  • Sacrificar, Perder, Lamentar   Capítulo 6

    Carlos gritaba como un loco, pero aun así no se atrevía a dar un solo paso para confirmar la verdad que tenía justo delante.Los policías llegaron rápidamente y, al ver la escena, quedaron horrorizados.De inmediato llamaron al forense para que tomara pruebas.Tras colgar la llamada, el oficial al mando se tapó la nariz, se acercó y levantó la sábana que cubría mi rostro.Al ver mi cara cubierta de gusanos, Carlos cayó al suelo como si lo hubieran fulminado con un rayo.Se quedó inmóvil, sin poder reaccionar.Luego, a rastras, se acercó a la camilla, tomó mi mano huesuda entre las suyas y rompió en llanto.—Sara... esto es una broma, ¿verdad? No me asustes.—Solo era una prueba de medicamentos. ¿Cómo pudiste morir? ¡No lo creo! ¡No puede ser!Yo, de pie a su lado, acaricié su rostro. Pero mi mano lo atravesó como si fuera aire.Antes, cuando Carlos lloraba, yo le secaba las lágrimas.Ahora ya no podía tocarlas.Y la verdad... tampoco quería.Sus lágrimas llegaron demasiado tarde. Y era

  • Sacrificar, Perder, Lamentar   Capítulo 5

    Afuera, mis padres caminaban tomados del brazo de Yoli, radiantes de felicidad.Ambos lucían más gorditos, con la piel rosada, el rostro brillante, y una expresión de satisfacción que jamás tuvieron conmigo.Yoli vestía un vestido carísimo.Se arreglaba el cabello con elegancia, y en su dedo anular brillaba un anillo de diamantes que deslumbraba a cualquiera.Pero, a pesar de todo eso, en sus ojos se escondía un odio profundo.Carlos la miró y suspiró, luego le dio unas palmaditas suaves en el hombro, como si quisiera calmarla:—Yoli, no te pongas así. Ese anillo solo es un regalo por tu recuperación. No lo malinterpretes.—Para mí, tú siempre serás la hermana de Sara, mi cuñada.—Mi esposa, fue, es y será Sara. Nadie puede quitarle ese lugar.Al oír esto, el rostro de Yoli se transformó por completo. Zafó el brazo con violencia y gritó con furia:—¿¡Cuñada!? ¿¡Qué cuñado besa en el auto a su cuñada dormida!?—¿¡Qué cuñado regala un anillo de compromiso a su cuñada!?—Carlos, los dos s

  • Sacrificar, Perder, Lamentar   Capítulo 4

    Mis padres voltearon la cabeza. Recién en ese momento parecieron notar mi existencia.Sus rostros mostraron una leve incomodidad.Pero al oír mis palabras, mamá se enojó:—¿¡Qué estás diciendo!? Solo es una prueba médica, ¡no digas cosas tan negativas!Papá también me miró fríamente:—¿Otra vez quieres arrepentirte? Te recuerdo que el contrato ya está firmado.—Será mejor que entres y lo hagas como corresponde. Cuando el medicamento esté listo, vendremos a recogerte.Carlos me tomó la mano con ternura:—Será rápido, solo un mes. Cuando salgas, te compraré todo lo que quieras.Miré a mis padres, luego a Carlos, y finalmente suspiré.Solté su mano con firmeza.Me di la vuelta y caminé hacia el laboratorio, sin mirar atrás. Pues ya no me quedaba ni una pizca de apego por ellos.La supuesta prueba médica no era nada normal. De hecho, era un infierno.Cada día sentía como si mil hormigas me recorrieran el cuerpo.Rasgaba mi propia piel con desesperación, y mi cuerpo se cubrió de cicatrices

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status