Capítulo 2

Mamá se quedó pasmada y me dio unas palmaditas suaves en el hombro.

—¿Qué tonterías dices? ¿Cómo que no lo necesitas?

—Aunque Carlos tiene dinero, ¡no puedes despreciar la herencia de la familia Santos!

Miré a mis padres, que estaban visiblemente preocupados, y por un instante me sentí confundida.

Desde pequeña, nunca me habían mostrado tanta 'preocupación'.

Solo porque nací antes y eso afectó la salud de Yoli, desde entonces me hicieron sentir en deuda con ella.

Cuando era nuestro cumpleaños, mis padres la rodeaban para cantarle y felicitarla.

Solo después de que se dormía, se acordaban de decirme a mí: 'Feliz cumpleaños'.

Otras gemelas se vestían igual;

Yoli siempre usaba ropa mucho más cara que la mía, y por eso en la escuela se burlaban de mí.

Muchas veces me sentía como una extraña, observando desde fuera a esa familia feliz de tres.

Incluso llegué a pensar que, si yo hubiera nacido después, tal vez habría sido diferente.

Aunque con un cuerpo más débil, al menos habría recibido todo el amor del mundo.

Pero ni así fue suficiente para ella. Siempre quiso más. Siempre me lo quitaba todo.

Cuando tenía novio, él me regaló un perfume costoso. Aunque Yoli tenía el mismo, igual quiso el mío.

Después de casarme, se volvió aún peor. Incluso intentó quitarme el amor de mi esposo.

Lloré, hice escándalo, pero solo recibí el fastidio de mis padres y el rechazo de Carlos.

Al final, hiciera lo que hiciera, siempre estaba mal.

Antes tal vez me habría defendido, habría discutido.

Pero después de tantos años... ya estoy cansada.

Al verme en silencio, mis padres dejaron de hablarme. Se sentaron a la mesa, dándole toda su atención a Yoli.

Su plato estaba lleno de manjares que los tres le habían servido.

Yo cortaba en silencio las verduras de mi plato con cuchillo y tenedor.

Yoli me miraba con arrogancia. No había ni rastro de debilidad en su mirada. Solo provocación.

En los días que siguieron, mis padres la consintieron más que nunca. Vivía como una princesa.

En una fiesta, Carlos la puso en el centro de atención y, agachándose, le dio pastel con sus propias manos.

Los invitados de alta sociedad los miraban a ellos, luego a mí, con una burla apenas disimulada.

Sentí todas esas miradas como agujas. Solo bajé la cabeza, haciendo girar mi copa de vino tinto en silencio.

De pronto, un fuerte sonido me sacó de mis pensamientos.

—¡Maldita perra! ¡Te atreviste a derramar vino sobre mí!

Al alzar la vista, vi a Yoli jalando del cabello a una chica, y dándole una patada en el abdomen.

Luego, tomó una copa de cristal y se la estrelló en la cara.

La joven gritó de dolor, con el rostro cubierto de sangre.

Al ver su cara, mis ojos se abrieron de par en par.

Vaya, ella era la nieta menor de la familia Cabello, la más rica de Capitalia.

Yoli casi no salía, así que no conocía bien a la gente de sociedad.

Quise correr a detenerla, pero ya era demasiado tarde.

En un instante, los guardaespaldas de la familia Cabello rodearon a Yoli.

El Sr. Cabello, al ver a su nieta ensangrentada, estalló de furia.

Delante de todos los invitados, declaró que, colaborar con la familia Santos era declararse enemigo de la familia Cabello.

Ese día, mis padres se arrodillaron y suplicaron, pero el Sr. Cabello no cedió.

Nos echó sin miramientos.

Al llegar a casa, Yoli lloraba en el sofá.

Mis padres, aunque molestos, la consolaban con ternura.

Fueron de empresa en empresa, rogando por mantener sus relaciones.

Incluso ofrecieron la mitad de las ganancias con tal de cerrar acuerdos.

Finalmente, la familia Cabello dio una opción:

Yoli debía ir en persona a pedir disculpas y aceptar un castigo.

Al enterarse, mis padres no pudieron sonreír porque no iban a permitir que su tesoro sufriera.

Solo lancé una mirada indiferente y me dirigí a mi cuarto.

Pero Carlos me detuvo en la puerta.

—Tú ve en lugar de Yoli a recibir el castigo. Son gemelas, se ven casi iguales. Nadie notará la diferencia.

—Es solo un pequeño castigo. No me digas que vas a negarte.

¿Pequeño castigo?

"¿Quién no sabe que el Sr. Cabello es famoso por su crueldad?" pensé con amargura.

Cualquiera que lo ofenda, aunque sobreviva, no sale sin secuelas.

Carlos lo sabía. Hacía negocios con ellos, así que estaba más que enterado.

Pero no le importaba.

Lo único que le interesaba era proteger a Yoli.

Mi vida... no valía nada para él.

Bajé la cabeza sin responder.

Mis padres, en cambio, estaban emocionados. Elogiaron la 'inteligencia' de Carlos.

—Sara, tu hermana no aguantaría ese castigo. Tú eres fuerte, ve tú.

—Pero cuídate, ¿sí? Todavía tienes que hacer lo de la prueba médica.

Miré con cansancio a los cuatro. Al final, forzando una sonrisa, asentí.

—Está bien. Entendido.

Al darme la vuelta, vi por el rabillo del ojo la cara satisfecha de Yoli.

Y pensé: "Cuando yo muera, y no haya nadie más que cargue por ella. ¿Qué será de Yoli?"

Detrás de mí, Carlos y mis padres reían felices junto a Yoli, como si todo estuviera resuelto.

En cambio, miré mi habitación oscura y opresiva. Una lágrima resbaló por mi mejilla.

La limpié con prisa y decidí tirar todo lo que había en esa habitación.

"De todos modos, voy a morir. Y esas cosas, para ellos, solo son un estorbo." pensé.

No había mucho: lo esencial para vivir y unos cuantos portarretratos.

Una foto de los cuatro juntos. Y el certificado de matrimonio con Carlos.

Me quedé viendo todo por un buen rato.

Y luego, sin dudar, lo tiré a la basura.

Al terminar, me tumbé en la cama, exhausta.

De pronto, sentí un sabor metálico subir por mi garganta.

Tosí con fuerza, escupiendo sangre sobre las sábanas blancas.

En ese momento, Carlos abrió la puerta y entró.

Instintivamente, cubrí la mancha roja con una almohada.

—El chofer de la familia Cabello ya llegó —dijo.