Share

Capítulo 3

Author: Venéfica
Lucía lo llamó varias veces, hasta que su tono comenzó a mostrar impaciencia.

Fue entonces cuando Héctor, por fin, retiró la mirada con desgana.

***

Yo pensaba que el encuentro en el hotel sería el último encuentro entre Héctor y yo antes de mi viaje al extranjero.

Pero justo la noche en que presenté mi renuncia como su asistente, recibí una videollamada suya.

Aquello era tan insólito que apenas pude resistir el impulso de colgarle de inmediato, y terminé aceptando la llamada solo en modo de voz.

La voz de Héctor sonó visiblemente molesta:

—¿Por qué en solo voz?

Contesté sin pensar demasiado:

—No pongo maquillaje, no es buen momento para video.

Apenas dije eso, me arrepentí. Parecía que quería agradarle, como si siguiera siendo importante para mí.

Héctor soltó una risa ligera, como si de pronto estuviera de buen humor.

—Ya somos casi una pareja vieja, ¿qué de ti no he visto?

Ese tono juguetón me resultó insoportable.

—¿Qué pasa? —pregunté con frialdad.

El hombre, al notar mi distancia, enderezó el cuerpo y habló más serio:

—Escuché del departamento de recursos humanos que renunciaste.

—Sí. —No tenía intención de explicarle nada.

El silencio cayó entre los dos.

Héctor rompió la tensión con un tono medio burlón, como si buscara cualquier excusa para hablar:

—Bueno. Eres la esposa del director ejecutivo. Insistir en trabajar de asistente es buscarte problemas.

Hizo una pausa antes de añadir:

—Además, casi ni ibas a la oficina y yo igual tenía que pagarte el sueldo. Todo el mundo decía que eras una enchufada, que me guiaba por el favoritismo.

—¿No deberías estar acompañando a Lucía? —lo interrumpí, molesta.

Héctor murmuró, algo incómodo:

—Entre ella y yo no hay nada, ¿para qué acompañarla?

Luego se quedó callado. De repente recordó que yo solo era su exesposa.

Se sintió la farsa.

—El divorcio fue mi culpa. Solo... no quería que la gente hablara mal de Lucía...

Asentí.

Claro, Lucía no debía ser objeto de chismes, así que yo tenía que convertirme en la burla de todos, el entretenimiento del círculo social.

Mi voz sonó más fría:

—Si no tienes nada más, voy a colgar.

—¡Espera! —su voz se tornó ansiosa—. El día 12 es nuestro aniversario de bodas. Habrá un concierto de Andrés Torres, sé que te gusta. Puedo acompañarte, vamos juntos, ¿sí?

Por un momento quise decirle la verdad.

Pero antes de que pudiera hacerlo, una voz lejana, resonó desde su lado del teléfono:

—Héctor, olvidé la toalla. ¿Puedes traerla?

Héctor no respondió enseguida; se quedó mirando mi nombre en la pantalla, atrapado entre dos mundos.

—Ve. —le dije sin expresión.

Tardó un poco en levantarse, sin soltar el teléfono al instante.

—Valeria, espera un momento, ya vuelvo.

Y caminó hacia el baño.

Tal como imaginé, escuché el sonido de besos, seguido del golpe de la puerta al cerrarse.

Colgué con una sonrisa amarga.

Justo entonces, Mariana me llamó con entusiasmo para ir al bar.

No lo dudé, dejé el teléfono, tomé su brazo y salimos.

El mundo aún tenía demasiadas cosas hermosas para disfrutar.

Antes vivía cegada por una sola hoja,

ahora no tenía por qué seguir desgastándome por un hombre que ya era solo parte del pasado.

***

Los días sin Héctor pasaron volando. Cuando reaccioné, faltaban apenas unos días para mi viaje al extranjero.

Aunque no hablábamos, supe de él y de Lucía por Mariana.

Decía que habían tenido una gran pelea, tan fuerte que Héctor perdió la paciencia y, sin importarle la honra de Lucía, salió furioso de una recepción, dando un portazo.
Patuloy na basahin ang aklat na ito nang libre
I-scan ang code upang i-download ang App

Pinakabagong kabanata

  • Solo Fui Una Invitada   Capítulo 10

    Este sí es el verdadero rostro del amor.***En la playa de arena rosada de las Bahamas, trescientas lámparas de cristal iluminaban el exclusivo litoral como si fuera pleno día.Llevaba puesto el vestido de novia más reciente de VeraWang y, al mirarme en el espejo, vi a una mujer mucho más serena que tres años atrás.—Señorita Cruz —susurró la estilista—, hay un caballero afuera...Mariana la interrumpió de inmediato:—Dile que la novia no recibe a nadie.Mis dedos se detuvieron al ajustar el velo.—¿Héctor sigue afuera?—Desde anoche —rodó los ojos Mariana—. Dice que no se levantará si no te ve. Seguridad lo echó tres veces, pero no sirvió de nada.A través de la ventana panorámica, lo vi bajo el aguacero: empapado, con los pantalones de su costoso traje desgarrados por la áspera arena coralina, y la sangre filtrándose por las rodillas.Rechazó el paraguas que le tendía el guardaespaldas, como si quisiera purificarse con aquella tormenta.En ese momento, Sebastián irrumpió con una tab

  • Solo Fui Una Invitada   Capítulo 9

    Sacó el celular del bolso y reprodujo un video.En la pantalla, Lucía aparecía demacrada frente a la ventana de un hospital psiquiátrico. Su rostro, hinchado y deformado por los efectos secundarios de los medicamentos, miraba el exterior con una expresión vacía.—La obligué a vender su cuerpo... y la interné en un manicomio.Héctor explicó con urgencia: —La odiabas, así que hice que pagara el precio...—¿Crees que te dejé por Lucía? —solté una risa repentina—. Entonces te diré algo...—Ya no me importa, como hace mucho que tú tampoco me importas.En ese momento, Sebastián me tomó de la mano, entrelazando nuestros dedos.Vi la mirada de Héctor clavarse en nuestras manos unidas; se estremeció como si se hubiera quemado.—Nos casamos el próximo mes —anuncié con calma—. Espero que para entonces me envíes tus bendiciones.Al oírlo, Sebastián no pudo ocultar la alegría; su rostro se iluminó como el de un niño feliz.Los labios de Héctor comenzaron a temblar. De pronto, se lanzó hacia mí como

  • Solo Fui Una Invitada   Capítulo 8

    Él observaba la pantalla donde yo aparecía estrechando la mano de un funcionario del Ministerio de Comercio de otro país, y la nuez de su garganta se movía violentamente.—Dile al departamento financiero que aumente dos puntos los intereses de las acciones hipotecadas al banco.***Cuando el Gulfstream G650 irrumpía en la estratósfera, yo me encontraba en el lounge ejecutivo del Hotel Four Seasons, firmando la recepción de un envío especial.Al abrir la espuma protectora, siete certificados de matrimonio con letras doradas y siete certificados de divorcio color rojo oscuro brillaron con una luz irónica bajo la lámpara.Entre ellos estaba una nota que Mariana me había enviado desde el país:“Dijo que si reunía todos estos, volverías a su lado.”Presioné suavemente el timbre y, al llegar el camarero, sonreí.—Por favor, destrúyalo con la trituradora de papel.***Cuando Héctor me encontró, yo estaba tomando un café con Sebastián, mi posible pareja de alianza, heredero del Grupo Cruzado.

  • Solo Fui Una Invitada   Capítulo 7

    —Ahora mismo. Lárgate del país.Héctor sacó su teléfono y marcó el número del guardaespaldas.—Vengan de inmediato. Llévense a la señorita Delgado y devuélvanla al lugar al que pertenece.Lucía se puso completamente azorada.—¡No puedes hacerme esto, Héctor! ¡Yo te amo tanto…!La única respuesta fue el sonido helado de la puerta abriéndose.Dos guardias vestidos de negro la sujetaron por los brazos y la arrastraron hacia afuera. Sus gritos se fueron perdiendo en la noche.Héctor se quedó allí, inmóvil, mirando el cuenco de sopa volcado en el suelo. Poco a poco se agachó.El aroma del caldo de costilla con loto se esparció por el aire...como la persona que nunca volvería.***Cuando el avión aterrizó en la pista extranjera, miraba el paisaje desconocido tras la ventanilla y sentía como si hubiera pasado una vida entera.Apenas crucé el pasillo, vi la figura ligeramente encorvada de mi padre.El otrora magnate enérgico del mundo empresarial tenía ahora las sienes completamente blancas. A

  • Solo Fui Una Invitada   Capítulo 6

    —Su voz era ronca, sus ojos, inyectados en sangre. Parecía que por fin se daba cuenta de que, esta vez, yo realmente no lo quería más.***Héctor volvió a casa medio muerto adentro. En el instante en que abrió la puerta, un aroma familiar a comida caliente lo envolvió.Era sopa de pollo, el plato que mejor preparaba Valeria.Su corazón dio un salto violento y un destello de júbilo cruzó por sus ojos.—¿Valeria? ¿Volviste?Casi tropezando, corrió hacia la cocina, lleno de esperanza y alegría. Pero en cuanto vio a la persona que estaba allí, toda expresión se congeló y la sonrisa se desvaneció poco a poco de su rostro.No era ella.Blanca llevaba un camisón blanco de seda y removía con calma la sopa en la olla. Al verlo entrar, le dedicó una sonrisa dulce.—¿Ya volviste, Héctor?Toda su expectativa se esfumó en un segundo.El rostro de Héctor se tornó frío al instante.—¿No has salido del país?Recordaba perfectamente haberla acompañado personalmente al aeropuerto.—He vuelto —respondi

  • Solo Fui Una Invitada   Capítulo 5

    —Adiós, exesposo.Colgué la llamada sin dudar y apagué el teléfono.Escuchando el rugido del motor del avión, por fin sentí una especie de alivio, como si el polvo hubiera vuelto a asentarse.Héctor estaba en casa de Mariana, sosteniendo el teléfono que acababa de serle colgado, con una expresión aturdida.Su voz sonó ronca, como si contuviera con esfuerzo alguna emoción.—¿A dónde fue ella?Mariana cruzó los brazos y soltó una risa fría.—¿Qué pasa? ¿Ahora te acuerdas de preguntar?—Se fue.—¿…Se fue? ¿Qué quieres decir con eso?—¿A dónde fue?Mariana se encogió de hombros, sonriendo con picardía.—¿De verdad crees que te lo diría?La mirada de Héctor se volvió gélida al instante.—Mariana, no tengo tiempo para tus juegos.—¿Vaya, el señor Morales está nervioso?Mariana puso los ojos en blanco, se giró hacia la puerta y la abrió de golpe.—Lárgate, aquí no eres bienvenido.Héctor no se movió del sitio; su rostro cambiaba entre la furia y la frustración.—Hoy habíamos quedado en volver

Higit pang Kabanata
Galugarin at basahin ang magagandang nobela
Libreng basahin ang magagandang nobela sa GoodNovel app. I-download ang mga librong gusto mo at basahin kahit saan at anumang oras.
Libreng basahin ang mga aklat sa app
I-scan ang code para mabasa sa App
DMCA.com Protection Status