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Capítulo 3

작가: Nora
¡¿Laura Escanes había regresado?!

—uhhh, Carlos, no quiero que Sofía llame a otros, papá y mamá —Laura sollozó.

Carlos se inclinó cerca de su oído y la consoló suavemente:

—Tranquila, me aseguraré de que Sofía quedaría registrada legítimamente en la familia Sainz.

Entonces Laura dejó de llorar y rompió en una sonrisa.

—Carlos, legalmente tú y yo somos esposos, pero Alba… —dijo.

Carlos frunció el ceño:

—Me casé contigo antes de la boda solo para que no te aprovecharan mientras estabas en el extranjero. Aparte del título de la señora Sainz, puedo darte todo lo que quieras. Alba no hizo nada malo, no la molestes.

Laura mostró desagrado, pero la prioridad ahora era Sofía, así que contuvo sus emociones y dijo:

—Tranquilo, no disputaré el título de la señora Sainz con ella, tampoco tengo derecho a hacerlo.

Carlos se dio cuenta de que sus palabras habían sonado duras y se agachó un poco para tranquilizarla:

—¿Qué dices? ¿Quién tiene derecho o no, si ya has dado a Sofía a la familia Sainz? Mi madre siempre ha pensado mucho en ti.

Alba casi se cayó; ¡la madre de Carlos sabía sobre él y Laura!

Se le apareció en la mente la imagen de su suegra, siempre altiva y severa.

Como Alba no trajo nada de dote, la familia Sainz no estaba satisfecha con ella.

Su suegra siempre fue crítica y nunca le mostró buena cara.

Alba pensaba que, con cariño y obediencia, sería aceptada tarde o temprano.

Pero ahora entendía que la suegra ya había aceptado a otra nuera; ¿cómo podría importarle Alba?

Sus piernas se sintieron como llenas de plomo mientras seguía a Carlos y Laura hasta el segundo piso.

Al principio, Carlos parecía un caballero, pero cuando giraron hacia un lugar apartado, de repente empujó a Laura contra él.

—Lo de Sofía puede esperar… ¿no crees que ya es hora de resolver mi problema?

Carlos la empujó contra la pared con una intensidad que hizo que el aire se volviera pesado. Laura sintió un calor ascenderle por todo el cuerpo, sonrojándose de inmediato.

Entraron en el cuarto vacío; pronto, el murmullo contenido de jadeos y respiraciones entrecortadas se filtró por la pared hasta los oídos de Alba.

La rabia, la tristeza y la traición se mezclaron en su pecho, robándole el aliento. Se dejó caer lentamente hasta quedar sentada en el suelo frío, con la espalda apoyada contra la pared.

—Mi amor… —susurró Carlos entre jadeos— ¿cómo puedes seguir volviéndome tan loco…?

—¿Y qué? —respondió Laura con una risa entrecortada, cargada de veneno—. ¿Alba no logra llevarte hasta ahí?

Alba clavó las uñas en la palma de su mano hasta sentir un leve dolor. Nunca imaginó que ese hombre, tan orgulloso y distante, escondiera un deseo tan oscuro.

Con el corazón hecho trizas y el alma ardiendo, se levantó lentamente y se alejó paso a paso, mientras el eco de las respiraciones al otro lado de la pared la seguía como una herida abierta.

***

El director del orfanato ya la esperaba en la oficina.

—Necesitamos confirmar, Alba, ¿tú y el señor Sainz todavía planean adoptar a Sofía?

Alba no respondió de inmediato y pidió ver la información personal de Sofía.

Los registros mostraban que Sofía había nacido en la primavera de hace cinco años.

Justo medio año después del matrimonio de Alba y Carlos.

En los días en que Carlos estaba de rodillas proponiéndole matrimonio, Laura ya estaba embarazada.

¡Ira, desconsuelo!

Alba devolvió los documentos al director y respondía:

—No planeo adoptar a Sofía. Pueden proceder con su adopción.

El director asintió pensativo.

—¡Alba! —Carlos irrumpió de repente, arrebatando los documentos de Sofía.

—¿Cuándo dije que no adoptaría a Sofía? ¿Con qué derecho tomas decisiones por mí?

Alba lo miró fríamente:

—Si quieres adoptar a Sofía, ¿no deberías al menos consultarme?

Carlos se quedó sin palabras por un momento.

Laura apareció detrás de él:

—Hola, Alba, cuánto tiempo.
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