—¡Pum!—Su carro se estampó contra el de adelante. «Qué mala suerte», pensó Valeria mientras apagaba el motor. Al levantar la vista, se le contrajeron las pupilas.«¡¿Por qué se me hace tan conocido este carro?!»Un instante después, una figura alta y esbelta descendió del vehículo.Su mirada se posó en las facciones severas, pero atractivas, de aquel tipo, y contuvo el aliento, encogiéndose instintivamente en su asiento.«¿Qué clase de maldita suerte era esta? ¿Chocar y encima toparse con Damián?»Afortunadamente, él solo se quedó parado junto a la banqueta y le dedicó una mirada fugaz; tenía buena vista y la reconoció de inmediato en el asiento del conductor.Luego, apartó la vista con la misma naturalidad, como si acabara de ver a una completa desconocida.El asistente se acercó y, al reconocerla, no pudo evitar arquear una ceja.Desconocía los enredos entre su jefe y ella, pero supuso que él la había dejado y que Valeria, incapaz de aceptarlo, había provocado este "encuentro casual
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