All Chapters of Términos de Rendición: Chapter 101 - Chapter 110

A estas alturas, las palabras de Arturo ya no provocaban la menor reacción en Valeria. Giró la cara, sin ganas de seguir escuchándolo.Sin embargo, esta vez su padre parecía haber venido preparado, y no tardó en recuperar la compostura. Hizo una pausa y continuó con un tono que, por una vez, era conciliador.—La empresa está en problemas, en serio no tenemos esa cantidad ahora. Pero te doy mi palabra de que en cuanto la familia Garza invierta en nosotros, pondré la casa a tu nombre.Ella guardó silencio.No se imaginaba que Construcciones Metrópoli estuviera en una situación tan mala. Claro, si no fuera así, su padre jamás se habría humillado a suplicarle de esa manera.Sus ojos brillaron con una chispa de malicia y de pronto le dedicó una sonrisa.—Pues vaya y consúltelo con la señora Regina otra vez. Yo me voy a dormir.Arturo ya no pudo mantener la compostura. Su cara lo decía todo.Sentirse humillado de nuevo por su hija era una afrenta insoportable a su orgullo. Su mal humor no hi

—Adelante —permitió Beatriz.Valeria se dio la vuelta para salir. Patricio intentó seguirla, pero su madre lo detuvo del brazo.—Tú quédate aquí, Pato. Atiende a tu suegro.No le quedó de otra que darse por vencido.Valeria entró al baño. Justo cuando sacaba una memoria USB de su bolso, alguien irrumpió en el lugar.Por reflejo, guardó la memoria en el bolso y, al ver de quién se trataba, no pudo ocultar su molestia.—Veo que tienes pasatiempos… interesantes.Lo decía porque no era la primera vez que Damián irrumpía así en un baño de mujeres.Ya lo había hecho en el restaurante El Bosque.Él ignoró su tono juicioso y cerró la puerta a sus espaldas.—¿Qué haces? —Preguntó ella, desconcertada.«Está loco, pero hoy es la fiesta de compromiso. No se atrevería a…».Pero era claro que había subestimado el nivel de su locura. Se acercó, la tomó por la cintura y, con un movimiento ágil, la sentó sobre el lavabo.Ella era delgada, pero la manera en la que la levantó la hizo sentirse ligera como

Valeria se quedó sin palabras.Aunque Damián había hablado con seriedad, ella sabía que sus palabras llevaban doble intención.Su mirada la hizo sentir incómoda, así que forzó una sonrisa.—Señor Garza, unas amigas acaban de llegar. Voy a saludarlas, ustedes sigan platicando.Frente a los mayores, siempre se mostraba dócil y educada.Gustavo sonrió.—Claro, ve.Patricio no había dicho nada en todo ese tiempo. Apenas Valeria se fue, él la siguió.Al dar vuelta en un pasillo, la jaló hacia un rincón apartado.—¿Qué haces?Valeria levantó la vista hacia él.—Hay muchísima gente, no se te ocurra hacer una locura.Patricio le acarició la mejilla.—Vale, no me gusta cómo te mira Damián. De ahora en adelante, mantente lejos de él.Como hombre, reconocía el deseo en la mirada de Damián.Valeria no podía creer su descaro, y se quedó viéndolo.—¿Tanto te importo?Patricio se rio suavemente y sus ojos brillaron con deseo.—¿Cómo no me vas a importar? Eres a quien más quiero en el mundo.Valeria e

Damián ignoró sus indirectas. Sacó su celular y se puso a escribir con la concentración de alguien muy ocupado.Justo cuando Valeria iba a decir algo más, él habló con voz cortante.—Detén el carro.La orden era para el chofer, quien esta vez pareció tener el oído perfectamente afinado, pues frenó al instante.Ella se bajó y, apenas iba a inclinarse para darle las gracias, cuando el carro arrancó y se fue, sin darle tiempo de decir nada.***Valeria se quedó inmóvil. Ese hombre era impredecible, un torbellino de humor cambiante. Se notaba que estaba enojado, aunque ella no tenía idea de por qué.Estaba por pedir un taxi cuando le sonó el celular.Lo sacó y, como era de esperarse, vio el nombre de Arturo en la pantalla.Resopló fastidiada y colgó.Después de pensarlo un segundo, apagó el celular. Sabía que su padre solo la llamaba para gritarle o para insistirle que volviera con Patricio y siguiera adelante con el compromiso.Estaba segura de que no llamaba para consolarla. En los últim

Llamó a emergencias.Ella no quería ir, pero los paramédicos insistieron en que alguien los acompañara al hospital.Así que no le quedó más remedio que cambiarse y acompañarlos.Apenas llegaron al hospital, Regina, quien sabe cómo se enteró de la noticia, apareció corriendo y llorando a lágrima viva.—Arturo, ¿qué te pasó?Regina lloraba con un dramatismo exagerado, como si estuviera de luto.A Valeria le fastidió el escándalo, así que se sentó a un lado, sacó un espejo de su bolso y comenzó a retocarse el labial.—Tu papá estaba bien cuando fue a buscarte, y ahora está aquí, en una cama de hospital. ¡De seguro tú tuviste la culpa! ¿Qué le hiciste para que se pusiera así?Cuando Regina consideró que ya había llorado lo suficiente abrazada a Arturo, pareció notar por primera vez la presencia de Valeria. Se giró hacia ella y la señaló, acusándola sin reparos.Valeria, sin ninguna prisa, guardó el labial y el espejo en su bolso. Solo entonces levantó la vista hacia ella.—¿Que yo lo puse