Carlos miró su propia mano, su rostro se contrajo, evidentemente arrepentido: —Mariana, no fue mi intención, yo...—¡No quiero vivir más! ¡Buaaaa! —Mariana, desconsolada, se cubrió la cara y subió corriendo las escaleras.—¡Mariana! —Carlos intentó seguirla, pero Natalia también había salido corriendo. Miró hacia atrás, indeciso, y finalmente salió para detener a su novia.En el jardín, Natalia, al ser sujetada por la mano, se volvió y le dio una bofetada a Carlos.—¡Suéltame! Carlos, si quieres continuar con esta relación, debes mudarte de los Campos y venir a vivir con los Rojas, ¡y no podrás volver aquí cuando quieras! Si no estás de acuerdo, rompamos y ¡no volvamos a vernos nunca!Fernando, que iba a intervenir, palideció al escuchar esto: —Natalia, ahora estás siendo irrazonable. Los Campos solo tenemos un hijo, ¿cómo podría irse a vivir con los Rojas?—¡Papá, cállate! —gritó Carlos enfadado.Fernando se enfureció más: —¡Hijo rebelde! ¿Te atreves a gritarme por una mujer?En la sa
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