Esteban terminó confesando él mismo.La cara de Claudio se tensó.La reina madre estalló, todavía más furiosa.—¡Maldito! Engañaste al difunto emperador y, para que tu hija entrara al palacio como emperatriz, fuiste capaz de cualquier cosa. ¡Deberías ser descuartizado!Aurelia, que siempre se veía amable, sonrió un segundo.Ese Esteban era de verdad un cobarde.Si tanto temía la muerte, no debió atreverse a un engaño así.Esteban, de rodillas y temblando, exclamó:—Majestad, todo lo hice yo solo. Nadie más lo sabía… y, sobre todo, la emperatriz, ella no sabía nada.A la reina madre no se le pasaba una.—Emperador, no escuches sus excusas. ¡Lo más probable es que la emperatriz también lo supiera! ¡Y aunque no lo supiera, igual debe ser juzgada!Cuando oyó esto, Esteban levantó la cabeza, desesperado.—¡No! ¡La emperatriz no tiene culpa! Desde niña la crie con esmero, solo quise darle el mejor matrimonio del mundo. Entre todas esas muchachas de familias nobles, ¿quién podía compararse co
Read more