Mientras Serafina seguía pensativa, Claudio no pudo evitarlo; le levantó la barbilla y la besó en los labios.Serafina lo empujó de inmediato y, molesta, dijo:—¿Qué hace?Claudio sonrió.—El amor entre un hombre y una mujer es algo natural, simplemente ocurre, no se puede evitar.Esas palabras las había dicho ella misma antes.Serafina se sintió incómoda.En ese momento, había pensado que ya no habría vuelta atrás, que no se volverían a ver, por eso se había dejado llevar por lo que sentía y lo besó.Pero ahora, en verdad...Se levantó enseguida.—Ya es tarde, debería ir a descansar a su habitación.Claudio miró hacia la puerta.—Arturo, ¿hay habitaciones disponibles?La persona afuera respondió:—Señor, nuestros hombres son demasiados, ya hemos reservado todas las habitaciones.Claudio miró de nuevo a Serafina.—Parece que voy a tener que compartir contigo.Serafina, que sabía que lo decía a propósito, respondió:—Puede que tenga una idea equivocada de mí por lo de aquella noche...D
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