All Chapters of Venganza en la Corte de Jade: Chapter 611 - Chapter 620

Fausto era un viejo experto en los dados y, apenas vio al "joven", calculó su nivel.Pero ese muchacho frente a él, de ojos serios y profundos, se veía mucho más curtido de lo que uno esperaba.Alzó un poco el párpado y preguntó:—¿La Trampa del Jabalí, la Cueva del Desliz o el Desafío de la Cintura?La Trampa del Jabalí se jugaba con cuatro dados, la Cueva del Desliz con tres y el Desafío de la Cintura era una forma de jugar con seis.Claudio se quedó serio; no entendía nada.Serafina no dudó.—La Cueva del Desliz.Fausto sonrió un poco.—De acuerdo, la Cueva del Desliz.En cuanto terminó de hablar, la miró con atención.—¿Nunca has jugado a los dados?Serafina apretó los labios debajo de la máscara y no mordió el anzuelo.Empezó la partida. Lo normal era jugar al mejor de tres; sin embargo, Fausto estaba tan seguro de sí mismo que cambió la condición.—Muchacho, si logras ganarme una sola vez en tres rondas, tomamos que ganaste tú.Fausto estiró los dedos, levantó el cubilete sin pri

Claudio estaba de pie con la espada en la mano.—Pues sigue... moviendo tus piezas —le dijo al padre, con una sonrisa cruel.El tablero de ajedrez estaba manchado de sangre.Con cuidado de no mover las piezas Claudio le cortó los pies al padre de un tajo. Él quedó tan furioso que parecía que los ojos le iban a explotar.Ni Serafina se habría imaginado que Claudio iba a elegir un método tan brutal para terminar la partida tan rápido. Cuando vieron eso, los demás se enojaron y se levantaron de golpe.—¿No saben perder con dignidad? —preguntó Serafina, con una sonrisa burlona.Esas palabras pegaron directo en lo poco que les quedaba de orgullo.El padre apretó los dientes.—¡Déjenlos ir!Con esa orden, superaron el tercer nivel.Cuando ellos se fueron, llevaron al padre a un lado para atenderlo.Los siguió con la mirada, muy serio, y se rio con maldad.—Del cuarto hacia arriba es donde empieza el verdadero purgatorio de la Torre del Noveno Cielo.***Media hora después, Serafina salió di

Serafina miró su máscara: estaba rota, ya no podía ponérsela.Sin embargo, no le importó que la gente de ahí la reconociera. Se volteó y siguió caminando hacia el sexto nivel.Detrás de ella, la persona a la que había vencido murmuró antes de morir, frustrado:—Si no fuera porque... me absorbieron la mitad de mi poder, no habría perdido...Serafina se dio cuenta de que todas esas personas habían perdido parte de su poder.Se puso seria.De todas formas, ella había ganado.Aún quedaban cuatro niveles de la torre y pronto vería a Silvano.Pero estaba tan cansada...Claudio la abrazó de inmediato.—Descansa un momento.—No, vamos a...Claudio no dijo nada más y la dejó que el sueño la venciera.Había notado su agotamiento y, si seguía así, antes de llegar al noveno nivel ella se iba a desmayar y morir.Se inclinó hacia ella, la besó en la frente y, con voz tranquila, dijo:—Sé que no lo necesitas, pero, ¿por qué no confiar en mí de vez en cuando?No sabía cuánto tiempo había pasado.Cuand

La máscara original de Serafina se había roto, así que tuvo que reemplazarla con una ajena. Sin embargo, no se ajustaba bien a su cara; le quedaba demasiado estrecha.Claudio, con una mirada asesina, miraba fijo al hombre en el centro.Atacó directo, sin ningún aviso previo.Lentulo seguía sentado con las piernas cruzadas, sin moverse.Después de todo, aún tenía a los otros cinco Reyes Dragón protegiéndolo.Pero entonces ocurrió algo inesperado.Serafina atacó por la espalda. Una aguja de plata se clavó en la nuca de Claudio.El movimiento de su espada se detuvo. Luego, él giró la cabeza, incrédulo, como si hubiera sufrido una gran traición.—¿Por qué...?Antes de que pudiera terminar, se desmayó en el suelo. Su espada, con un sonido metálico, también cayó al piso, convirtiéndose en un pedazo de chatarra.Los cinco Reyes Dragón de la Congregación del Dragón Celeste intercambiaron miradas.¿Qué estaba pasando?Lentulo miró al emperador caído y luego a Serafina.Serafina ignoró a Claudio

Tras la muerte del Rey Dragón Violeta y del Rey Dragón Carmesí, Serafina señaló a dos hombres entre la multitud de malhechores.—Ustedes dos, pónganse su ropa para suplantarles la identidad.Esos hombres no aceptaban de buena gana las órdenes de Serafina, pero, para salvar la vida y por el supuesto tesoro, por ahora tenían que obedecerla.Si esa gente no hubiera tenido cierta habilidad, no habría terminado encerrada en la Torre del Noveno Cielo; por eso, imitar a alguien se les hacía sencillo.Después de cambiarse la ropa y ponerse las máscaras, el parecido era bastante convincente.Poco después, regresaron con Serafina al nivel superior.Lentulo estaba sentado meditando. Cuando los escuchó volver, abrió los ojos de inmediato.El Rey Dragón Violeta dio un paso al frente e hizo una reverencia.—Maestro, hemos investigado. De verdad es un lugar que no habríamos imaginado, justo en el suelo del quinto nivel de la torre. No es de extrañar que sea más sólido que los otros niveles.Lentulo s