Campamento Norte.Lorenzo se puso pálido de la rabia y miró al emperador, sin poder creer lo que oía.—Su Majestad, ¿qué... qué dijo? ¿Preservativos?¿Quería que Leticia hiciera más? Que él supiera, ¿no le habían hecho diez de una vez? ¡¿Ya se le habían acabado tan rápido?!Lorenzo no pudo evitar pensar que, en serio, la juventud tiene una energía inagotable.Claudio no podía hablar de este asunto con Leticia, pero sí podía hablarlo con Lorenzo; después de todo, ambos eran hombres. Lorenzo se mostró irritado.—Su Majestad, esto es difícil. Con mi esposa, tampoco puedo mencionar el tema.Claudio, sentado en la tienda mientras tomaba café, parecía despreocupado y habló sin prisa:—Serafina y Leticia son como madre e hija. Cuando Serafina se case y se mude lejos, a la Ciudad Imperial, planeo que Leticia la acompañe.Lorenzo se quedó atónito. ¡¿Cómo podía el emperador separarlos a él y a su esposa?! ¿Eso era una amenaza?***Beatriz y su empleada, Prisca, llegaron a mudarse a la residencia
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