La vendedora asintió y sacó un prendedor con diseño de bambú, súper ingenioso y elegante, con dos hojitas talladas en la punta; se veían bien reales, clásico y fino, perfecto para su abuela.Dante lo vio con detalle.—Va, este. Envuélvelo.Las cosas que diseñaba tenían como un toque especial.Seguro a la abuela le iba a gustar, ¿no?***Por el lado de Mariana, después de salir de la tienda, caminó un rato más con Yolanda, pensando en comprar otras cosas.En eso, a Yolanda le entró una llamada: —¿Bueno?La persona al teléfono dijo algo que no se escuchó.Al colgar, Yolanda se veía preocupada.—Me habló mi manager, que tengo que regresar de volada a una cita de trabajo de último minuto. Perdón, Mariana, yo quería cenar contigo hoy.Suspiró, resignada.—No te preocupes, el trabajo es primero.Mariana sabía bien lo ocupada que estaba, a veces grabando hasta la madrugada y sin parar varios días.Mientras más glamoroso el trabajo, más chinga es.Pero pues, era lo que había elegido, cansada p
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