Para Don Federico, Estela, Mariana e incluso el fallecido Gabriel, el Grupo Altamirano fue la obsesión que les consumió la vida entera; conspiraron, calcularon y sacrificaron años, e incluso la propia vida, para intentar apoderarse de él.Sin embargo, en este instante, frente al hombre que tenía a Inés bajo su control, Sebastián lo ofrecía sin vacilar, como si no valiera nada.Al escucharlo, Inés quedó atónita. A pesar de que el dolor en su cuerpo seguía creciendo, no pudo evitar mirar a Sebastián, de pie en el agua, empapado, exhausto y con el rostro demacrado, sin preocuparse por sí mismo. Solo la miraba a ella, con los ojos llenos de una angustia que le encendió las lágrimas al instante.Pero lo que para otros era un tesoro invaluable, para Emiliano no significaba absolutamente nada.—Si yo valorara ese tipo de cosas, jamás habría destruido el Grupo Cornejo cuando pude quedármelo.Se quitó los lentes y los arrojó al mar. Fue la primera vez que miró a Sebastián sin esconder nada.—¿P
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