Don Federico, que siempre había llevado aquel secreto como una cadena invisible, jamás pensó que alguna vez tendría que abrir la boca para contarlo. No porque sintiera culpa, sino porque su orgullo, su vergüenza y su obsesión enfermiza con Mónica eran cosas que no quería compartir con nadie. Ella había sido su primer amor, la única mujer a la que había amado en toda su vida, el punto de partida y también el origen de toda su ruina.Su historia con Mónica se remontaba mucho más atrás, incluso antes de que ambos nacieran. Las dos familias siempre habían sido aliadas, así que sus padres, deseando estrechar aún más los lazos, pactaron un compromiso cuando ambos aún estaban en pañales.Desde pequeño, él sabía que tenía una prometida, y sabía también su nombre: Mónica, “la perla de Ciudad Esperanza”, la mujer más luminosa que uno podía imaginar. Para él, ella era como una estrella inalcanzable, pura, brillante, perfecta.Pero un día, esa estrella fue arrancada del cielo.Todo ocurrió por cul
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