Y de hecho, Sebastián sí actuó exactamente así.Unas horas después, cuando Inés terminó de ordenar unas cuantas maletas y salió, junto con Zoraida, arrastrando una parte del equipaje, no habían pasado ni tres segundos cuando la maleta de Inés ya estaba en manos de Sebastián.Acto seguido, con la excusa de que “solo quería ayudar y para nada molestar”, Sebastián propuso encargarse él mismo de mover el equipaje y llevar a Inés y a Zoraida a la nueva residencia donde ambas vivirían a partir de ahora; incluso se ofreció a ayudarlas con toda la mudanza.Ante eso, Inés, por instinto, quiso rechazarlo.Pero antes de que pudiera pronunciar palabra, Sebastián bajó un poco la mirada, ahora oscurecida, y la fijó en su vientre aún plano. Su rostro, normalmente firme y dominante, se veía algo pálido, como si, sin importar lo que Inés fuera a decir, él estuviera a punto de quedarse sin fuerzas para soportarlo.Inés se quedó quieta unos segundos, en un silencio tenso. Al final, se mordió el labio, si
Read more