Mirna, al casarse con Don Federico, fue vista por muchos como una mujer ambiciosa, alguien que buscaba poder y riqueza, una oportunista más que quería volar alto y convertirse en “una señora de sociedad”.Pero la verdad era muy distinta. Ella lo amaba sinceramente.Desde niña, Mirna había crecido en un hogar frío, carente de amor. Sus padres se divorciaron temprano y la trataron como una carga, pasándosela de un lado a otro como si fuera un estorbo.Más tarde, se casó con un hombre que murió prematuramente poco después del nacimiento de su hija, dejándola sola para criarla.Durante años, soportó todo tipo de humillaciones, pero lo que más la destrozaba por dentro era la ausencia total de afecto.Fue entonces cuando Don Federico apareció en su vida.Él fue su salvación.A Don Federico no le importó que ella no tuviera educación ni un apellido importante. Le gustaba su dulzura, su carácter amable y su entrega total.Por él, Mirna hizo todo lo posible por destacar sus virtudes, por ser la
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