Cuando Nicolás se portaba bien era especialmente conmovedor. Valeria apartó la mirada.—Después de cenar que tu papá venga por ti inmediatamente.Los ojos de Nicolás se iluminaron y asintió repetidamente.—¡Está bien, le haré caso a mamá en todo!—También —Valeria miró a Nicolás con expresión seria—, deja de llamarme mamá.Nicolás se quedó helado.—No llamarte mamá... —Hizo un puchero, vio la expresión seria de Valeria, lentamente bajó la cabeza y respondió con desánimo—: está bien.Valeria retiró la mirada.—Vámonos.Rafael asintió.—Tú ve adelante, yo vigilo a este niño.Nicolás apenas iba a seguir a Valeria cuando Rafael lo agarró del brazo, levantó la cabeza para fulminarlo con la mirada, con los ojos enrojecidos. Sin embargo, al verlo así, también sintió lástima y suspiró resignado.—Niño, pórtate bien y no causes problemas, si no te abandono en la calle para que te las arregles solo.Él asintió, con aire melancólico. Rafael siguió manteniéndose alerta. Al caminar, tomó a Nicolás
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